mayo 11, 2011

#FAN

Digamos que soy un fanático terrible: suena como cuando uno de pequeño decía “vamos a jugar que es mañana”. De hecho, esta actitud ludópata ante la vida me trajo siempre a los mismos lugares en donde estoy hoy. Simplemente porque me todo a juego. Si lo hiciera con más seriedad, seguramente sería líder de una empresa de tecnología o estaría dopado en Lídice.
Las cosas no son difíciles sino divertidas. Los problemas son retos. Los retos son peleas. Las peleas son juegos. El matrimonio es la casita de papá y mamá. El desayuno de arepas y huevos revueltos es simplemente un experimento alquimístico. El periodismo es una aventura y el internet es una caminata de exploración mientras engordo. Así es mi vida: un experimento de ensayo, y por suerte de menos errores que ensayos, pero en definitiva, siempre estoy metiendo el cucharon en la olla para saber a qué sabe sin preguntar que es lo que hay en la olla.
La mayor locura de todas mis locuras ha sido mi necesidad de adentrarme en los vuelos del lenguaje. Aun no he podido salir, de hecho estoy estancado. Pero a diferencia de muchos, vivo y me desvivo por escribir, aunque le huya al periodismo formal.
Sigo leyendo libros y revistas sobre discurso. Los destruyo como un niño que quiere saber qué es lo que tiene el carrito de cuerda por dentro, para después (como casi todos mis colegas alegan) no saber qué hacer con todas estas piezas desparramadas en el suelo.
Con respecto a construir discurso, me pasa algo más terrible. He sido capaz de construir sensaciones y sabores, sentimientos y pasiones solo con palabras… pero, quedan en un discurso escrito por este señor que está aquí, que va seguramente a la basura de algún pipote. O si tiene algo de suerte, archivado en alguna carpeta.
El hecho es que no sé qué sucede finalmente con la palabra. Si fuera más fanático de las cosas que escribo, seguro me acordara mas de las cosas que escribo.
Creo que es por eso que cuando me encuentro con un escritor que respeto, como me ocurrió con Rafael Cadenas por ejemplo, terminamos hablando de beisbol (que del tema no sé nada) y dejamos la poesía a un lado.

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