abril 17, 2008

Ciclo: Cosas realmente viejas
Un suspiro entre Ana y Fernando

Es muy difícil pensar que la gente pueda tener un suspiro entre ellos, pero es suficiente un suspiro para medir la distancia entre dos personas. Todo depende del cristal con que se mire. Parece mentira, pero los suspiros largos y profundos son suficientes para saber que están cerca, muy cerca. No hablo de distancia, y por eso me explico de la siguiente manera.
Tengo un buen amigo que se llama Fernando. Es un tipo bastante rarito, es más, podría decir que no es un tipo fácil. Podría decir que como diseñador cree que los colores los puede combinar a su gusto, que no niego que es muy bueno en eso, pero en un apartamento la cosa verdaderamente es difícil. Por eso, cuando llegas a la casa lo que te consigues es una pared anaranjada contra una pared verde, que según el combinaban de maravilla, pero a mi juicio la cosa no era para una casa.
Bueno, al punto. Fernando era un ánima de casa sola. Por eso me gustaba acompañarlo de vez en cuando durante los fines de semana y tomarnos unos tragos. Era común hablar de cuanta cosa se nos ocurriera, como de Rock, de mujeres y de cosas, pero siempre las mujeres se convertían en el centro del universo en nuestras conversaciones sabatinas con ron. De ahí salió aquella frase que esta por ponerse famosa: “Las mujeres son el ombligo del mundo”, porque por más que haya como 10 juegos de fútbol en la televisión, o la carrera de la Formula Uno, uno termina hablando de mujeres.
Siempre pasaban todas de las que podíamos conversar. Las niñas bonitas de la oficina, que no estaban tan bonitas pero tenían cierto aire de interesante, las mujeres de verdad, una que otra mujer que haya pasado por nuestras vidas y todas las historias que por ende pueda traer las madres, las hermanas, las cachifas, las jefas, en fin… siempre terminábamos hablando de mujeres, pero por una mera casualidad del destino, nunca hubo mujeres con nosotros.
Así pasaron los cuentos de mujeres, todas y cada una de las mujeres que pasaban por nuestras conversaciones eran posibles candidatas para una posible revolcada, pero siempre quedaba en la habladera de pajuatadas con un trago en la mano. Sólo dos mujeres quedaban excluidas de nuestras conversaciones, y una de ellas era Ana.
A Ana la conocí en una tarde donde todavía no habíamos comenzado a beber, pero pensábamos en eso. Desde ese día entendí que si no había un cable pelado en esa relación, había alguno de ellos que estaba mordiéndolo, y estaba seguro que eran ambos. Más allá de la cuestión apreciativa, ahí había una historia que iba mas allá de ellos mismos, porque cuando Ana se iba, Fernando sin darse cuenta suspiraba. Una vez se me ocurrió preguntarle, “¿pana y eso?”, a lo que me respondió “¿Eso qué?”.
A veces, llegaba Fernando enredado y molesto por cualquier ataque de celos de Ana, lo que me resulto la confirmación de la regla: ahí había un corrientazo.
Desde el ataque de celos las conversaciones de las mujeres se acabaron. Las cosas habían ido mas allá de lo que uno creía. Ya no se trataba de otra cosa sino de una sospecha de que los suspiros se habían hecho más profundos, largos y repetidos.
Ahora Fernando vivía pegado a la ventana, desde donde se veía la sala de Ana. Porque ese era otro asunto: Ana y Fernando viven en el mismo edificio y en el mismo piso. Lo más cómico de todo es que la ventana tiene su historia. Ese ha sido el balcón de ambos, no sé si llamarlo de los enamorados, pero sus historias más cómicas provienen desde la ventana.
PD:
Las cosas han cambiado sensiblemente desde la vez que escribí esto. Las cosas ocurrieron y se desocurrieron. Las cosas pasaron y se despasaron. Si preguntan de qué si se debe lamentar algo; pues no sé, yo no lamento los cambios, porque sencillamente algun dia las cosas cambian porque tienen que cambiar. Eso es lo que me gusta de la vida: que lo bueno de fracasar es que se aprende, y de eso se aprendió que jode.
Aún se les quiere a los dos por igual...
Ciclo: Cosas realmente Viejas
De los ciervos de la gleba

Fui a sacarme el pasaporte para largarme de este país, pero aún tengo dos meses en eso. Siempre que voy es un rollo. He dormido días enteros en la puerta de la DIEX para sacarme el fulano librito y poder desatarme de ésta esclavitud de ser venezolano. Aún ando sin pasaporte, las greñas despeinadas y la barba contrastan con el tipo bañado y peinado de la foto, la falta de sueño también ha hecho sus estragos. Pero después de tanto esperar existe una esperanza, ahora que el proceso va a ser por Internet, y si eso se da soy el primero que va a hacer la cola para largarse.
Pero ese no es el único asunto por resolver. Este sueldo recortado que me gano (muchos dicen que no debería quejarme, que es un sueldo de envidia) no alcanza para comprar dólares, y con lo difícil que es comprarlos legales, es preferible comprarlos en el mercado negro, que quizás el esfuerzo los hace parecer más baratos. Seguro que la cosa se va a poner más difícil porque ahora comprar dólares a terceros es un delito. Otro cepo más para nosotros los que nos quedamos.
Peor es buscar Visa, porque después de la grandiosa alocución de nuestro presi en Nueva York estoy seguro que los gringos ven a los venezolanos como bichos raros. Sólo que los que viven allá tienen la suerte o el descaro (como mejor lo veáis vos) de no tener que calárselo semana a semana, más los días que le vienen en gana.
Y no es de extrañar que la gente se moleste porque les preguntan tanta cosa cuando se va de viaje… Que si uno lleva dediles de coca en el estómago (debe ser la única manera de viajar sin real), que si tengo familia en Estados Unidos porsia caso tengo ganas de quedarme, que cuántos dólares llevo guardados en el bolsillo y para que carrizo llevo tan poquito (soy un chupamedias que dejo un mono horroroso en el condominio para comprar unos verdes), etc.
Pero lo que me da más calentera es que es culpa nuestra que nos sintamos siervos de la gleba, esclavos del petróleo de todos los venezolanos, pero del que no vemos ni un medio partido por la mitad. Ja! Y nos dicen que somos libres, libres de elegir el gueco donde nos van a echar tierrita, porque por lo demás, seguiremos siendo siervos de la gleba…

PD:

Debo acotar que despues de N años de que escribi esto, sigo con el mismo pasaporte, a mi parecer un gasto innecesario. Desde que me lo saque lo mas lejos que he llegado ha sido maracaibo, y fue una cuestión de horas apenas. ¡Que carajo!


Ciclo: Cosas realmente viejas
Un no se qué

He estado pensando muchas cosas con respecto a esto que nos ha pasado durante estos años. Mi conciencia ciudadana comenzó desde el principio de este gobierno. Voté contra Chávez en las elecciones presidenciales, voté contra Chávez y su constitución que no me gustaba en algunas cosas, voté contra Chávez en su relegitimación; es más, voté contra él en todas las ocasiones que se me presentaron, desde las elecciones de padres y representantes, hasta las elecciones estudiantiles de la universidad, y no sé cuantas veces más.
Chávez le ha quitado el trabajo a mis padres, el viejo trabajaba en PDVSA y mi madre esta que cierra el negocio porque no le da. He perdido mi estabilidad económica, pues mi primer trabajo daba una miseria, pero con el se podía vivir como universitario, ahora gano el cuádruple y no alcanza para el condominio. Me ha quitado a mis amigos y a mi propia novia, quienes prefirieron huir de este país que hundirse en este el barco donde las ratas en vez de saltar prefieren raspar la olla antes.
No los culpo. Yo no estoy muy bien que digamos, estoy sufriendo los embates de la política, porque además vivo de la política. Estoy recibiendo los golpes, las amenazas, los insultos que le dan a los periodistas, porque además soy periodista. Estoy recibiendo los coletazos del racismo de la politización y de esta lucha de clases absurda que me trataron de meter en el cerebro los cabeza calientes de la universidad, porque soy un oligarca clase media que fue educado por el petróleo de los ochenta y por el dólar a cuatro treinta.
Hoy no tengo nada, y no me extraña que mi ex novia se haya largado a buscar la manera de salir de abajo. Ya no salgo con mis amigos porque unos están en Panamá, otros en Portugal, otros en España, trabajando en tienda por departamentos, donde ganan un sueldo muy parecido al que me gano yo como profesional. Los periodistas que han cambiado de trabajo se cansaron de recibir pedradas, golpes, insultos y cochinada pueda salir por la boca, y obstinados del periodismo, hoy tienen una pulpería en Quinta Crespo porque da más plata y es menos peligroso.
Todavía me preguntan que hago yo aquí creyendo en un futuro en Venezuela donde podría decir de muy mala gana que ya no me queda nada. Lo que pasa es que creo que aquí hay un no se qué, que no cambiaría por nada en el mundo.

PD:

Jejeje, debo decir en esta ocasión que las cosas siguen iguales, pero diferentes. Mis amigos los idos, pues se fueron y que se hace no. Todos estan bien, muchos casados, con hijos, con una vida que les toco vivir en sus nuevas tierras. El dolar sigue echando vaina y el petroleo tambien. El tipo es el mismo, no aprende lamentablemente. Y los periodistas, ay los periodistas, seguimos recibiendo coñazo. Pero sigo aqui y no me voy, porque aqui hay corazon y sangre para hacer pais, porque aqui ésta mi muchacha que quiero y esta mi sol de atardecer y mi ron barato y bueno. Aquí hay Venezuela. Lástima por lo que se fueron...

Ciclo: Cosas realmente viejas
Adecos de Abolengo
A mis amigos adecos de ABP
a los adecos de PJ
a los adecos del MVR
pero sobretodo, a los adecos de AD
En los predios universitarios es poco difícil no saber de que partido es cada quién. Los panas de Bandera son unos tipos peluos, intelectuales de la ingeniería; los copeyanos siempre son los muchachos bañados y arreglados por la nana que vienen de ciencias políticas o jurídicas; los que son del MVR tienen la costumbre de llevar camisitas de cuadros manga corta por dentro del pantalón, con colores bastante extraños, y uno que otro lleva la chaquetica de jeans; pero los adecos están en todos lados, y los hay peluos, patiquines, normalitos, en fin hay de todo, pero lo que es indiscutible es que ser adeco y joven es ser ciertamente adeco de abolengo, con el permiso de mis amigos militantes.
Entre mis amigas se encuentra una dama blanca a quien le llamaremos Desiree, que en una discusión con cerveza salió el cuento de los adecos de abolengo. “Cómo vas a decir que existen adecos de abolengo”, me decía ella visiblemente molesta, ente lo cual le respondí que blancos de abolengo son los que fueron inscritos en el partido por Betancourt y que después de 48 años de democracia ahora sus hijos son militantes de un partido, que pese a todos los embates de la política actual, sigue teniendo chamos de 15 con boina blanca.
Y es que hay que ver qué significa militar en un partido que tiene más años que la democracia y que uno mismo. Han pasado muchos tiempo desde que el partido blanco se conformo como fuerza política y por debajo de ese puente ha pasado mucha gente de los que nos podemos sentir orgullosos, grandes poetas, músicos, intelectuales, escritores, y uno que otro presidente, por eso les digo a mis amigos adecos que eso de ser de abolengo tiene una responsabilidad muy grande.
En los momentos que estamos pasando, ser adeco y decirlo es como comer en casa de la suegra y limpiarse la boca con el mantel, tanto que hasta adeco no tan militantes se han pasado para el MVR, y seguramente, cuando se le acabe la cuerda al autobús rojo se pasaran al de turno, pero los que quedan serán los hombres de futuro.
No se molesten conmigo, adecos amigos míos, porque ser adeco de bolengo no es una cosa de pena, es algo que denota esfuerzo, confianza y fe en un pasado que fue bueno pero que pudo ser mejor. De repente nos tocará pasar unos años más para que vuelvan a verse rostros blancos en el poder, pero hay que prepararse, para que no se pierda la sangre de milicianos. Hay que esperar para que la nueva generación, cuando le toque, lo haga bien, como esperan todos los adecos que están esperando, como Acude, que también era adeco.

abril 02, 2008


Yo que hice sucesos lo sé. En este país no hay justicia. Recuerdo, entre tantos casos que se vieron en esos años, el que recuerdo ahora es El monstruo de Los Palos Grandes, y recuerdo ese porque pese a que se mostraba evidente el delito que este hombre había cometido, fue la presión social y la prensa -así lo creo- lo que terminó sentenciando a sujeto, quien contaba con todo el poder de una familia influyente.
Pero en ese caso diría yo que hubo suerte. Sólo hace falta acercarse a la morgue para conocer cientos de casos de personas que nunca obtendrán justicia. De gente que sus familiares fueron asesinados por el hampa y nuestra fiscalía, sea por incompetencia o sencillamente por falta de recursos, no pueden hacer frente a la violencia de nuestro país.
Pero, resulta que en un caso político, precisamente en el del fiscal Danilo Anderson, existe una figura lastimosamente influyente en el caso conocido como Jovanni Vásquez, que no es más que un aprovechador de oficio, un enredador, un mentiroso y para más colmo, protegido por el ex Fiscal General y escudado por los medios de comunicación, algo que no ha pasado con otros personajes, ciertamente influyentes, que se encuentran detenidos, solicitados e incluso, fuera del país. Algunos se encuentran vinculados públicamente con el caso, pero que para bien o para mal, no ha traído mayores consecuencias.
Este sujeto, quien como espanto, no se sabe dónde, no sé ni cómo ni cuándo, apareció diciendo cosas que supuestamente declaró a la Fiscalía (y que hoy en día no se sabe que fue lo que dijo con certeza) y que no se sabe si estaba o no estaba, solo que el no estaba ahí cuando lo agarraron. El asunto es que después de cuatro años, pese a las flores que se echa el propio Fiscal, el caso no se ha resuelto y en gran medida es a causa de un sujeto que se llama Jovanni Vásquez.
No conforme con eso hoy, que se alborota el avispero, este sale que si declara, lo hace desde una embajada si no se le respeta su seguridad. Y yo me pregunto, ¿qué se cree el sujeto ese conocido como Jovanni Vásquez? Cualquier otro mortal citado a tribunales, o asiste o lo buscan con la policía, y si no quiere va preso. Cualquier otro mortal se mama las semanas enteras en las sillas incomodas en los tribunales, se cala el papeleo, se cala el maltrato de la secretaria del tribunal de control y peores en la de juicio y la requisa en la puerta. Se cala el retraso procesal se cala el gestor y el abogado que le quiere quitar sus ahorros para sacarle el muchacho antes de lo previsto. Cualquier otro mortal sufre las amenazas, las llamadas telefónicas de la contraparte, la ofrecedera de dinero y de golpe, los recuerdos de los hijos, de donde estudian y donde comen helado. Se cala la justicia enterita, sin padrinos y sin protección más allá que la reja de su casa.
Y por eso sigo insistiendo que la justicia pasa por la casa. Si el Ministerio Público acepta eso le esta faltando el respeto a toda esa gente que todos los días exige justicia. ¿Y que se cree Jovanni Vásquez? ¿La Tongolele? Porque para vedette, ella.