Ciclo: Cosas realmente viejas
Un no se qué
He estado pensando muchas cosas con respecto a esto que nos ha pasado durante estos años. Mi conciencia ciudadana comenzó desde el principio de este gobierno. Voté contra Chávez en las elecciones presidenciales, voté contra Chávez y su constitución que no me gustaba en algunas cosas, voté contra Chávez en su relegitimación; es más, voté contra él en todas las ocasiones que se me presentaron, desde las elecciones de padres y representantes, hasta las elecciones estudiantiles de la universidad, y no sé cuantas veces más.
Chávez le ha quitado el trabajo a mis padres, el viejo trabajaba en PDVSA y mi madre esta que cierra el negocio porque no le da. He perdido mi estabilidad económica, pues mi primer trabajo daba una miseria, pero con el se podía vivir como universitario, ahora gano el cuádruple y no alcanza para el condominio. Me ha quitado a mis amigos y a mi propia novia, quienes prefirieron huir de este país que hundirse en este el barco donde las ratas en vez de saltar prefieren raspar la olla antes.
No los culpo. Yo no estoy muy bien que digamos, estoy sufriendo los embates de la política, porque además vivo de la política. Estoy recibiendo los golpes, las amenazas, los insultos que le dan a los periodistas, porque además soy periodista. Estoy recibiendo los coletazos del racismo de la politización y de esta lucha de clases absurda que me trataron de meter en el cerebro los cabeza calientes de la universidad, porque soy un oligarca clase media que fue educado por el petróleo de los ochenta y por el dólar a cuatro treinta.
Hoy no tengo nada, y no me extraña que mi ex novia se haya largado a buscar la manera de salir de abajo. Ya no salgo con mis amigos porque unos están en Panamá, otros en Portugal, otros en España, trabajando en tienda por departamentos, donde ganan un sueldo muy parecido al que me gano yo como profesional. Los periodistas que han cambiado de trabajo se cansaron de recibir pedradas, golpes, insultos y cochinada pueda salir por la boca, y obstinados del periodismo, hoy tienen una pulpería en Quinta Crespo porque da más plata y es menos peligroso.
Todavía me preguntan que hago yo aquí creyendo en un futuro en Venezuela donde podría decir de muy mala gana que ya no me queda nada. Lo que pasa es que creo que aquí hay un no se qué, que no cambiaría por nada en el mundo.
Un no se qué
He estado pensando muchas cosas con respecto a esto que nos ha pasado durante estos años. Mi conciencia ciudadana comenzó desde el principio de este gobierno. Voté contra Chávez en las elecciones presidenciales, voté contra Chávez y su constitución que no me gustaba en algunas cosas, voté contra Chávez en su relegitimación; es más, voté contra él en todas las ocasiones que se me presentaron, desde las elecciones de padres y representantes, hasta las elecciones estudiantiles de la universidad, y no sé cuantas veces más.
Chávez le ha quitado el trabajo a mis padres, el viejo trabajaba en PDVSA y mi madre esta que cierra el negocio porque no le da. He perdido mi estabilidad económica, pues mi primer trabajo daba una miseria, pero con el se podía vivir como universitario, ahora gano el cuádruple y no alcanza para el condominio. Me ha quitado a mis amigos y a mi propia novia, quienes prefirieron huir de este país que hundirse en este el barco donde las ratas en vez de saltar prefieren raspar la olla antes.
No los culpo. Yo no estoy muy bien que digamos, estoy sufriendo los embates de la política, porque además vivo de la política. Estoy recibiendo los golpes, las amenazas, los insultos que le dan a los periodistas, porque además soy periodista. Estoy recibiendo los coletazos del racismo de la politización y de esta lucha de clases absurda que me trataron de meter en el cerebro los cabeza calientes de la universidad, porque soy un oligarca clase media que fue educado por el petróleo de los ochenta y por el dólar a cuatro treinta.
Hoy no tengo nada, y no me extraña que mi ex novia se haya largado a buscar la manera de salir de abajo. Ya no salgo con mis amigos porque unos están en Panamá, otros en Portugal, otros en España, trabajando en tienda por departamentos, donde ganan un sueldo muy parecido al que me gano yo como profesional. Los periodistas que han cambiado de trabajo se cansaron de recibir pedradas, golpes, insultos y cochinada pueda salir por la boca, y obstinados del periodismo, hoy tienen una pulpería en Quinta Crespo porque da más plata y es menos peligroso.
Todavía me preguntan que hago yo aquí creyendo en un futuro en Venezuela donde podría decir de muy mala gana que ya no me queda nada. Lo que pasa es que creo que aquí hay un no se qué, que no cambiaría por nada en el mundo.
PD:
Jejeje, debo decir en esta ocasión que las cosas siguen iguales, pero diferentes. Mis amigos los idos, pues se fueron y que se hace no. Todos estan bien, muchos casados, con hijos, con una vida que les toco vivir en sus nuevas tierras. El dolar sigue echando vaina y el petroleo tambien. El tipo es el mismo, no aprende lamentablemente. Y los periodistas, ay los periodistas, seguimos recibiendo coñazo. Pero sigo aqui y no me voy, porque aqui hay corazon y sangre para hacer pais, porque aqui ésta mi muchacha que quiero y esta mi sol de atardecer y mi ron barato y bueno. Aquí hay Venezuela. Lástima por lo que se fueron...
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