Adecos de Abolengo
A mis amigos adecos de ABP
a los adecos de PJ
a los adecos del MVR
pero sobretodo, a los adecos de AD
En los predios universitarios es poco difícil no saber de que partido es cada quién. Los panas de Bandera son unos tipos peluos, intelectuales de la ingeniería; los copeyanos siempre son los muchachos bañados y arreglados por la nana que vienen de ciencias políticas o jurídicas; los que son del MVR tienen la costumbre de llevar camisitas de cuadros manga corta por dentro del pantalón, con colores bastante extraños, y uno que otro lleva la chaquetica de jeans; pero los adecos están en todos lados, y los hay peluos, patiquines, normalitos, en fin hay de todo, pero lo que es indiscutible es que ser adeco y joven es ser ciertamente adeco de abolengo, con el permiso de mis amigos militantes.
Entre mis amigas se encuentra una dama blanca a quien le llamaremos Desiree, que en una discusión con cerveza salió el cuento de los adecos de abolengo. “Cómo vas a decir que existen adecos de abolengo”, me decía ella visiblemente molesta, ente lo cual le respondí que blancos de abolengo son los que fueron inscritos en el partido por Betancourt y que después de 48 años de democracia ahora sus hijos son militantes de un partido, que pese a todos los embates de la política actual, sigue teniendo chamos de 15 con boina blanca.
Y es que hay que ver qué significa militar en un partido que tiene más años que la democracia y que uno mismo. Han pasado muchos tiempo desde que el partido blanco se conformo como fuerza política y por debajo de ese puente ha pasado mucha gente de los que nos podemos sentir orgullosos, grandes poetas, músicos, intelectuales, escritores, y uno que otro presidente, por eso les digo a mis amigos adecos que eso de ser de abolengo tiene una responsabilidad muy grande.
En los momentos que estamos pasando, ser adeco y decirlo es como comer en casa de la suegra y limpiarse la boca con el mantel, tanto que hasta adeco no tan militantes se han pasado para el MVR, y seguramente, cuando se le acabe la cuerda al autobús rojo se pasaran al de turno, pero los que quedan serán los hombres de futuro.
No se molesten conmigo, adecos amigos míos, porque ser adeco de bolengo no es una cosa de pena, es algo que denota esfuerzo, confianza y fe en un pasado que fue bueno pero que pudo ser mejor. De repente nos tocará pasar unos años más para que vuelvan a verse rostros blancos en el poder, pero hay que prepararse, para que no se pierda la sangre de milicianos. Hay que esperar para que la nueva generación, cuando le toque, lo haga bien, como esperan todos los adecos que están esperando, como Acude, que también era adeco.
Entre mis amigas se encuentra una dama blanca a quien le llamaremos Desiree, que en una discusión con cerveza salió el cuento de los adecos de abolengo. “Cómo vas a decir que existen adecos de abolengo”, me decía ella visiblemente molesta, ente lo cual le respondí que blancos de abolengo son los que fueron inscritos en el partido por Betancourt y que después de 48 años de democracia ahora sus hijos son militantes de un partido, que pese a todos los embates de la política actual, sigue teniendo chamos de 15 con boina blanca.
Y es que hay que ver qué significa militar en un partido que tiene más años que la democracia y que uno mismo. Han pasado muchos tiempo desde que el partido blanco se conformo como fuerza política y por debajo de ese puente ha pasado mucha gente de los que nos podemos sentir orgullosos, grandes poetas, músicos, intelectuales, escritores, y uno que otro presidente, por eso les digo a mis amigos adecos que eso de ser de abolengo tiene una responsabilidad muy grande.
En los momentos que estamos pasando, ser adeco y decirlo es como comer en casa de la suegra y limpiarse la boca con el mantel, tanto que hasta adeco no tan militantes se han pasado para el MVR, y seguramente, cuando se le acabe la cuerda al autobús rojo se pasaran al de turno, pero los que quedan serán los hombres de futuro.
No se molesten conmigo, adecos amigos míos, porque ser adeco de bolengo no es una cosa de pena, es algo que denota esfuerzo, confianza y fe en un pasado que fue bueno pero que pudo ser mejor. De repente nos tocará pasar unos años más para que vuelvan a verse rostros blancos en el poder, pero hay que prepararse, para que no se pierda la sangre de milicianos. Hay que esperar para que la nueva generación, cuando le toque, lo haga bien, como esperan todos los adecos que están esperando, como Acude, que también era adeco.
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