Hace unos días fue muy compartido un artículo de El País con un enfoque muy jugoso sobre el libro electrónico y la música digital: "Su biblioteca morirá con usted".
Apuntan a las cláusulas y modo de funcionamiento de Amazon con Kindle y el iTunes de Apple, sin acabar de redondear la verdadera transición que estamos viviendo, la de una cultura de la posesión a una cultura del acceso, de la música como producto a la música como servicio, y ahí los verdaderos protagonistas son Spotify, Pandora y Rdio. En los tiempos de catálogos inmensos en streaming, accesibles en tarifa plana desde cualquier dispositivo, el concepto de "poseer una canción" o "heredarla" se torna en irrelevante.
Por último, y aunque no dejo de apreciar el artículo y su bienvenido sentido crítico a las plataformas cerradas, queda incompleto al no explicar la alternativa, los libros sin DRM. Y es que los libros sin DRM son mejores para el editor (te hacen compatible con todos los lectores, no dependes del Amazon de turno) y es mejor para los lectores (puedes llevártelo a donde quieras, se puede prestar y heredar sin problemas). La última editorial en dar el salto a este modelo ha sido la Harvard Business Review.
No está muy claro que el libro pase a un modelo de servicio, a una cultura del acceso, modo tarifa plana, parecido a una biblioteca de pago como está intentando 24 Symbols por la forma en que lo consumimos (leer cada obra una sola vez casi siempre por ejemplo). Si al final el que impera es el de compra, el debate deberíamos centrarlo en el DRM y en si los editores van a ser capaces de renunciar a los mecanismos anti copia o si, por el contrario, abrazarán el DRM y quedarán presos - como los lectores - de las plataformas de compañías tecnológicas.
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