mayo 26, 2012

El dilema de Google


El primero de marzo entra en vigor la nueva política de privacidad de Google.

El cambio se resume de la siguiente manera: salvo contadas excepciones, el buscador aplicará las mismas normas de privacidad en todos sus productos.


Con ello la empresa pretende "conocer" mejor a sus usuarios conectando el cómo se comportan en una de sus propiedades con la información que puedan recibir en otra.

Es decir que si busco videos culinarios en YouTube, es bastante probable que Google+ me sugiera añadir a mis círculos a un par de chefs.
En el camino, por supuesto, se embolsará uno que otro dólar producto de la venta de una publicidad más exitosa al ser más personalizada.

No hay que olvidar que la mina de oro del motor de búsqueda es la venta de espacios publicitarios. Los anuncios en el buscador son efectivos porque suelen ser relevantes para el usuario.

Entre más se acerca una publicidad a los intereses específicos de una persona, más inclinada se siente ésta a hacer clic en el vínculo.

Por ello no es de extrañar que Google quiera volverse el mejor amigo de los internautas. A mayor intimidad, mayor ganancia.

Los que ven con buenos ojos los cambios en la política de la empresa argumentan que no sólo es el buscador el que sale ganando.

Google, dicen, ofrece servicios gratuitos que van desde correo electrónico hasta una plataforma para mostrar videos. A cambio de no pagar, se acepta que la empresa rastreé los hábitos de navegación del usuario y le ofrezca publicidad relevante. Quid pro quo, le dicen.

Pero los que defienden la privacidad a capa y espada se dicen preocupados por la cantidad de datos personales que podrían quedar expuestos si se comete un error.

Google, y otras empresas, aseguran que se trata sólo de algoritmos, que no es posible identificar a una persona, que todo el rastro de datos se vincula a números y no a nombres.

Sus críticos, sin embargo, recuerdan que ya en el pasado se han dado "errores técnicos" por medio de los cuales ha sido posible equiparar números con nombres, revelando así la identidad de los usuarios.

Google quiere hacer aún más fuerte su marca estableciendo una misma identidad a través de todos sus servicios.

Que cuando uno vea videos en YouTube sepa que está en Google, que cuando escriba una entrada en Blogger sepa que está en Google, que al leer un correo en Gmail sepa que está en Google.

Pero ese deseo de ser omnipotente podría darle a la compañía dolores de cabeza más allá de la privacidad.

En las últimas semanas hemos sido testigos de acusaciones de que el motor de búsqueda está haciendo que cuando los usuarios busquen información, prevalezcan los resultados de los sitios de Google por encima de los de su competencia.

Varias personas han señalado que la companía está yendo en contra de su lema "no seas malvado" al ejercer su músculo sobre la competencia.

El buscador se defiende argumentando que muestra el contenido más relevante, pero hay quienes creen que el algoritmo de la empresa está castigando a la competencia.

Y más de un analista sugiere que la nueva estrategia podría llamar la atención de quienes en Estados Unidos y Europa están evaluando si la empresa está incurriendo en prácticas de competencia desleal.

Larry Page ha dejado claro que la competencia de Google es Facebook y que más que tener propiedades regadas por internet, el buscador presentará una presencia unificada en el ciberespacio con la cual se hará más fuerte.

Page piensa que no perder el liderazgo bien vale un par de dolores de cabeza.

Los usuarios seguirán ahí mientras los servicios que ofrezcan sean relevantes, ¿o no?

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