DC Comics soltó la bomba. Todo inició cuando, en un panel con autores el domingo pasado, el editor Dan DiDio fue cuestionado: ¿por qué si en el relanzamiento DC se había tomado tantas licencias para cambiar características como la edad, la raza, el origen u otros aspectos de sus protagonistas, no se había tocado la orientación sexual? Sí, la editorial había decidido introducir nuevos personajes LGBT -como el caso de Bunker, un miembro abiertamente homosexual de Teen Titans-; pero DC no se había arriesgado a redefinir la sexualidad de algún héroe (o villano) consagrado.
En respuesta, DiDio comentó que la editorial relanzaría a uno de sus personajes emblemáticos con una orientación homosexual. El editor dijo que, al igual que la política de Estados Unidos, la opinión de DC también “había evolucionado” (recordemos que, hace unas semanas, el presidente Barack Obama declaró públicamente su apoyo al matrimonio entre parejas del mismo sexo). Al día siguiente, Courtney Simmons, VP de Publicidad de la empresa, señaló que el cambio se daría en junio, y que se trataría de uno de los personajes masculinos más importantes del sello.
La noticia desató un alud de especulaciones sobre la identidad de este personaje. Fox News apostó por Superman -aunque, dicho sea de paso, su título ya fue relanzado hace meses-; mientras que Daily Mail va con Batman -de quien, por cierto, el guionista Grant Morrison señaló hace poco que su concepto es “completamente gay”-.
Ahora, una acotación. No es la primera vez que DC lanza personajes LGBT. Entre los más notables, está la pareja Apollo - Midnighter en The Authority; o Batwoman, cuya preferencia por las mujeres se conoce desde hace más de un lustro. En “Gen 13” tenemos a Sarah Rainmaker como un personaje bisexual, y los seguidores de Batman identificarán también a Renée Montoya. Si hablamos de Marvel, la otra casa editorial más popular en cómics, nos toparemos con Hulking y Wiccan de los Young Avengers; o con Xavin, de los Runaways, un personaje transgénero. Sí, la lista no es muy impresionante. Por esa razón es que el anuncio de DiDio ha tenido tanta repercusión. En términos de visibilidad, que un personaje emblemático sea representado como homosexual significa un paso adelante (y claro, un guiño a la Casa Blanca).
Empero, me parece que la decisión obedece, más allá de la coyuntura tras la declaración de Obama, a una cuestión de marketing. Sé que no estoy descubriendo el hilo negro. Es lógico que DC trate de sacar provecho con los reflectores. Cualquiera que sea el título elegido, tendrá un impacto colosal en sus ventas. Y la industria, en resumidas cuentas, se trata de vender historietas. Subirse al barco ahora porque todos navegan hacia el mismo lado, mientras de paso, me lleno los bolsillos de billetes.
Como blogger, he escrito en muchas ocasiones sobre temas LGBT. Desde esa perspectiva, estoy inconforme con la decisión de DC. Me explicaré. Hace no mucho, Enrique Torre Molina (otrora redactor en Hipertextual), publicó en Chilango un texto titulado “El voto rosa y los fans de Yuri”, sobre cómo la misma comunidad termina por aceptar cualquier representación a no tener ninguna. Reproduzco:
Así surge, entre algunos votantes, lo que yo llamaría el Síndrome de Fan de Yuri. Esta cantante (aparte de passé) tiene el hábito de referirse a sus admiradores homosexuales como si hablara de una raza de perros tiernos que se pueden cargar a manera de accesorio: “Son excelentes amigos, lindísimos, lo máximo.” Con una noble intención en principio, acaba por caricaturizarlos. La respuesta de un gran sector de la comunidad gay, tristemente, es nombrarla reina, embajadora y demás en sus fiestas gremiales, en agradecimiento a su amor. Aceptar lo que les dé… porque, claro, no cualquier artista se digna a reconocerlos. Mucho menos a hablar bien de ellos. (…)El texto de Torre Molina toca un punto crucial: no estar en contra del respeto a la diversidad no equivale a estar a favor. Lo que propone DC con el relanzamiento del personaje sí es una muestra de solidaridad con la comunidad LGBT, pero de poco (o nada) va a servir si sólo se queda en eso. Si DC quiere trascender de ser sólo un movimiento de marketing, debe mostrar compromiso, postura, crítica. Debe conectar -como lo ha hecho con otros personajes- con los conflictos, demonios y encrucijadas de la gente con quien busca identificarse. Hacerle palpable al lector una visión del mundo.
No estar en contra del respeto a la diversidad no equivale a estar a favor. No vetar una propuesta de ley que extiende derechos a los ciudadanos LGBT no significa que la apoye. Esos discursos ambiguos no implican solidaridad. Para decirlo de forma clara: la diversidad sexual no tiene presencia suficiente en las agendas de los políticos, ni en una carpeta especial ni como un tema transversal en sus propuestas. No hay que aceptar esa tibieza, sino demandar ofertas satisfactorias. No hay que tomar una actitud de “por lo menos”, sino cuestionar e increpar. No hay que portarse como fans de Yuri, sino exigir más.
En ese sentido, el cómic ha resultado ser un excelente vehículo de ideas. Porque, muchas veces, genera más impacto lo que se dice de forma tácita que lo explícito. Así,los X-Men han sabido hablar de discriminación y estigmas o Batman sobre un examen a la psique humana, a través de imágenes, diálogos y tramas. Espero el relanzamiento con la esperanza de que el nuevo emblema sepa representar la complejidad de su orientación sexual. Si no, entonces, la intención cae en el vacío y DC se habrá apuntado una estupenda estrategia de marketing a costillas de una audiencia ávida de espacios en el mainstream.
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