¿Y si la industria se olvidara de perseguir la mal llamada piratería y se esforzara por avanzar en servicios realmente revolucionarios y de calidad? Pregunta lanzada una y mil veces sin respuesta que daría para más de un debate. Neil Young, el genio canadiense, ofrece una versión lúcida de la época que vivimos. Internet es la plataforma, el avance… la piratería es la promoción. Como él mismo dice, “la piratería es la nueva radio, centrémonos en ofrecer un servicio de calidad”.
Resulta bastante ridículo seguir hablando de piratería y no de modelos de negocio alternativos a los actuales. Detrás de cada “pirata”, detrás de cada sistema “infractor” e “ilícito” con éxito, se encuentra un problema de fondo, no existe un sistema acorde a lo que piden los usuarios, al menos no de “ellos”. ¿Por qué seguimos si no hablando de lo “malo” que fue Dotcom y su cyberlocker o de cómo Napster intentó romper ese negocio que ha perdurado tantas décadas en vez de hablar de la razón de su éxito? En ambos casos se ofrecía una alternativa que la industria se niega a dar.
Quizá por esta razón las palabras de Cohelo ayer o las de un “dinosaurio” de la música como Neil Young hace unas horas nos enseñen que no todo esta perdido en la batalla. Si gente como ellos, con años en la carretera, son capaces de discernir el problema de fondo, a lo mejor un día nos encontramos ese maná en forma de multiplataforma con la que creadores y usuarios se sientan recompensados.
Nunca sabremos si Megabox sería ese servicio pero según el propio Young, el enfoque de la industria debe pasar por mejorar la calidad de los productos y plataformas, de permitir que la evolución en Internet, en este caso de la música, deje esa cacería contra la evolución que vivimos.
Young se refirió hace unas horas durante una entrevista a los sistemas de distribución actual centrando el debate en la calidad de la música digital. Un punto de vista algo diferente a lo que escuchamos estos días con dosis de sentido común.
A su juicio, los más jóvenes que comienzan a disfrutar de la música buscan más cantidad que calidad situando el debate en torno al MP3. Generalmente la descarga fuera de los cauces legales de este tipo de archivos es infinitamente más pobre que la calidad de un audio de grabación real. De hecho, el promedio de archivos de MP3 que invaden la red solamente contiene un 5% del audio de la grabación original.
Para el músico por tanto se está perdiendo un 95% del tema original, una aberración contra la música de la que Young no duda en culpar a la industria:
Todos estamos de acuerdo en poder conseguir mejores grabaciones de audio, en alta resolución. Quizá un día un “hombre rico” consiga resolver este problema en la resolución y distribución de 100% de la música real, en la que todos estaríamos de acuerdo.
Steve Jobs por ejemplo fue un pionero de la música digital, su legado fue enorme… pero cuando él regresaba a casa, escuchaba el vinilo.
Neil Young realiza un llamamiento para la creación de un nuevo ecosistema digital donde prevalezca la calidad de los archivos de música. Un momento, el actual, donde la industria se centra en erradicar cualquier amenaza externa por derribar el modelo antiguo y caduco olvidándose que es precisamente su producto lo que moviliza a los usuarios y consumidores.
De alguna forma Young, como tantos otros, centra el debate en la creación de una plataforma que mejore lo que hay dejando de lado la persecución de la “piratería”, entendiendo esta como el nuevo medio de llegar a las personas:
La piratería no me afecta porque veo Internet como la nueva radio. Miro a la radio, como ha evolucionado… la piratería es la nueva radio. Así es como la música se mueve… esa es la radio. Si realmente quieren escuchar música en condiciones, pongámoslo a su disposición, que la gente la oiga, que escuche el 95% de la música que no le llega.
Probablemente la industria haga oídos sordos de lo que Young intenta comunicar. Actitud loable de uno de los grandes músicos de todos los tiempos que vuelve a demostrar que ni siquiera aquellos que han disfrutado de un modelo rentable durante tantas décadas son ajenos a que la música, como todo modelo de negocio, debe mutar con la propia sociedad.
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