El otro día me metí en una página de un banco con las ganas de sacarme la tarjeta de crédito, pues la que tenía era de uno de los tantos bancos que cerraron. Cuando estaba llenando mis datos personales me sorprendió muchísimo ver que la opción periodista no aparecía por ninguna parte, pero que dentro de las opciones estaban deportista profesional, religioso, criminalista, sexólogo, zootecnista, parasicólogo… pero periodista nada.
Obviamente cuando llamo al banco me paseo por todas las opciones conocidas para poder hablar con un operador, y el resultado fue el esperado… imposible.
Entonces pensé, ¿sería que mi profesión está francamente subvaluada?, cualquiera diría que sí, y más en este país que los políticos le tienen miedo a los periodistas y le mandan lo que sea necesario con tal que se calle y se vea bonito, pero después de tanto quemarse la pestaña en la escuela y de años de callos en los dedos de tanto escribir uno no se puede poner a dudar de lo que uno es.
Descartado ese asunto, pensé que podía ser por la capacidad económica que tiene un periodista. Simplemente la renta de un comunicador social es muy por debajo a la de un sexólogo, de un astrologo o de un zootecnista (que ni de vaina sé qué coño hace un carajo de esos para que gane más que uno) pero tampoco es para que uno no pueda tener una tarjeta de crédito.
Rato más tarde me encontré la convocatoria para un concurso de cuentos reconocido. Cuando vi lo que había que hacer y cuanto era el premio (era como el doble un mes de sueldo más o menos) pensé… por un cuento mío, más me vale ganarme esos reales. Así que decidí hacer el crossover… ahora, después de tantos años de periodismo y de poesía… después de contar tantas vainas para hacer reír a la gente, después de ver cosas para contar en las reuniones caseras, pues decidí hacerme de una nueva profesión… pues ahora soy "Cuentero".
Ojo, no quiero que se vislumbre la temible denominación de cuentero como un arte de mentir o engañar… de esos, como dice un pana, tipos 10 por ciento. Se trata de ser un profesional en esto de echar cuentos, porque coño, si un sexólogo o un zootecnista ganan plata para tener tarjeta de crédito, por qué un cuentero no puede. Si al presidente le ha ido también, pues qué carajo, a mi también, y eso que ese carajo es de los catalogados 10 por ciento, porque eso es lo que se le puede creer... y 10 por ciento es muuuuuuuuuuucho.
Como definimos la profesión de cuentero… pues fácil, un periodista sale a la calle a recoger datos para luego echar un cuento. Un escritor imagina cosas que anota en papelitos aquí y allá, y luego de pensar las cosas muy bien, echa un cuento. Un humorista inventa cosas desde las vainas que a uno le pasa en la vida diaria y las retuerce y de ahí saca un cuento. Un publicista se inventa un cuento para poder vender una vaina. Un talk show vive de los cuentos. Las novelas son cuentos por capítulos. Las instrucciones de cómo carajo construir la vaina esa que compraste para hacer ejercicios por prokompras2000 te echan el cuento de cómo el carajo que la inventó la armó, sólo que con unos cuantos detalles técnicos. Te metes en la página web de cualquier carajo o empresa y siempre tienen un cuento que echarte de quienes son, que hacen, que quieren hacer en diez años, como lo hacen y cuanto cuesta. Todo, hasta las historias, tiene su cuento.
De hecho, no se han dado cuenta que los periodistas cuando están detrás de una historia mucho tiempo se detienen y deciden echar su cuento a su manera y terminan escribiéndole la biografía a alguien que seguro es más famoso que él.
Estoy seguro que como todo es una visión de la realidad, si el famoso dice que algo no paso como debería, la vaina se vende como pan caliente, y el periodista, que pasaba los meses y los años escribiendo detalles en una redaccion sucia y llena de papeles, de gente, de ruido, de televisores, de radios, de cheese tris y latas de refresco dietetico, ahora sujeto vive ahora tranquilamente en su chalet en Boca Ratón aprovechando los royalties de sus libros, porque si fuera yo el que se metiera en ese peo, no dejara de escribirlos. Todo por dejar de hacer historias y comenzar a echar su cuento como es.
Pues saben que… que se jodan… ahora soy cuentero y quiero mi tarjeta de crédito…
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