mayo 14, 2010

De lo de ser cuentero (insistir no está de más)


a Franca, a Adriana, a Ricardo, y a todos los profesores de Estudios del Discurso... Ustedes me abrieron la mente hacia el alma de la lengua

Recuerdo que cuando estábamos en el colegio recibíamos reglazos de la monja por cada vaina mala que escribíamos. Digamos que el tema de lenguaje se aprende a los coñazos, porque eso si tiene de cierto, lo malo se pega y lo bueno a carajazo limpio se aprende.
Después el tema de leer en público para todos era una tortura, y más para uno que arrastra un miedo escénico de toda la vida, y que en lo particular yo creo que es hasta genético. En el San Ignacio, los salones tienen una tarimita donde la carcelera, en ese caso la maestra de turno, y en mi caso una monja, ponía a leer uno por uno a todas sus víctimas.
Si pasabas la prueba del escarnio público de la lectura eras candidato seguro de tener un mayor teatro. Puede ser la lectura de la biblia de los lunes, la palabra en la misa de los miércoles, o peor aún, en los actos de fin de curso como narrador con papás y todo incluidos en el paquete. Yo, a Dios gracias por mi dislexia funcional adobada por una loca que decidió que yo era derecho, confundía la “b” con la “d” y la “p” con la “q”, así que eso en mi caso no pasó.
Al respecto, el tema oral en la educación de casi todos nosotros pasa desapercibido, sólo algunos que leían en las misas, eran los forzados… pero de educados ni un ápice.
Pero eso de echar un cuento era otro costal de esta misma harina. Creo que en colegio no había obra de teatro que yo no escribiera, o por lo menos no dejara colar en mis guiones mis ideas. Mis cuentos rodaban por unos cuantos Edasis para allá y para acá. Mis poemas pararon en manos insospechadas, tanto que cuando me tocó decidir si iba por Humanidades o ciencias, el tipo de sicología me estaba esperando  con una carpetica en la mano con todas las cosas que yo había hecho.
Para nadie es secreto sobre el grupo de poesía que hicimos unos cuantos. Nos reuníamos religiosamente los miércoles y los jueves después de las tres de la tarde para conversar de las cosas que conseguíamos, los libros que leíamos, las cosas que escribíamos entre otras. En definitiva, pese a que no estoy nada orgulloso de la producción de esos años, pues estábamos dándole a nuestras ideas unas cuantas amasadas para amalgamar lo que éramos y lo que queríamos.
Pero nos enfrentábamos terriblemente con la oralidad constantemente. Y no fue hasta que por causas ajenas a nuestra voluntad, la poesía nos llevo a recitales y a concursos donde nos tocó recitar… no sé si era frio o calor, si era tensión o estaba con un tembleque que parecía gelatina sin sabor. No sé si era amargo o ácido el sabor de las palabras, pero ahí me enfrenté con la palabra hablada.
Alguien siempre gana la pelea. Finalmente me dediqué a ser periodista, a la política, a la coordinación de comunicaciones, a la gerencia estratégica, a la tecnología, y nunca fui locutor de radio ni de nada. De hecho he postergado la rancia idea de hacer potcast por eso mismo. Pero no… estoy más decidido a cambiarme a la cuentería oral, porque es mi naturaleza. Decidí que me iba a entrenar para eso. Alguien me inspiró en un taller de voluntariado que hicimos en una empresa.
Una de las facilitadoras de Dr. Yaso (ya les contaré en otros medios que es lo que estamos haciendo) después de hacer varias actividades de rompe hielo y de filiación con los otros, se tiró un cuento para cerrar la sesión. Sencillamente conocí la conexión a través de la palabra oral. “yo también se echar cuentos” pensé, “pero no como ella…” pensé también.
Voy a aprender… así me tenga que convertir en payaso.

PD: Vayan a ver SUBHYSTERIA, la produjo un gran amigo y cuentero de las pantallas Javier Perez Karam... ahi les dejo su Blog http://subhisteria.wordpress.com/

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Este artículo fue muy interesante, sobre todo desde que yo era la búsqueda de ideas sobre este tema el pasado jueves.

Anónimo dijo...

Gracias por lo bueno

Anónimo dijo...

يبدو جيدا ، وأحب قراءة بلوق ، أضفته إلى المفضلة ؛)