Consciente de lo que voy a escribir, porque debo decir que tengo material para exhibir esta semana, tengo que ser consecuente con el hecho de haber sido digno representante de la patota de Sucesos alguna vez en mi vida, y por ende, indico: es que hay que ver que tienen bolas en decir que la sensación de inseguridad en el país es un efecto “mediático”.
Es que creo que se nos olvida dos cositas, el defensor del pueblo y los diputados de por acá tienen chofer, uno o dos guardaespaldas y un brujo que les pone a las ánimas a trabajar para que no les pase nada. Pero cómo quieren que le pasen algo con tanta vaina, por más que uno, cuando escucha estas barbaridades, lo desea. Pero el venezolano mortal y corriente si se la tiene que ver verdes o negras, según sea el caso, para salir a la calle con la quincena en los bolsillos y llegar con el cuerpo entero a su casa si es que se llega.
Pareciera que es mentira que todas las noches en los barrios la gente se pregunta para quién fueron los plomos de antenoche, o que los fines de semana la caña y la coca hacen que la gente se vuelva loca en las fiestas y que siempre terminen en plomo. Parecieran que se olvidan que cuando matan a un malandro en el barrio la gente sabe que eso trae colita y que un muerto tiene tres más en la semana.
Pareciera que los muertos y las familias que sufren sus muertes sólo se ven en la puerta de la morgue, son solamente anuncios de televisión. Que la gente no lleva sus muertos a velarlos en la casa porque no tiene como pagar los velorios, o peor aún, que a veces, todos en el barrio han puesto plata para enterrar a la gente querida. Aun más, que la gente quede herida sin poder trabajar, y que tengan que convertirse en una carga para su familia, luego que fuera el sostén de la casa.
Pareciera que aquí no se secuestra a nadie, y si no se paga no pasa nada, así mismito como le pasó a los Fadoul. Pareciera que aquí no hay sicariato, que por 500 bolos de los de ahora cualquiera lo pasan por las armas. Pareciera que es mentira que la gente pare su carro en el edificio donde vive y cuando se para por la mañana se entera que de los 10 carros que se llevaron, uno de esos era el suyo.
Gabrielita, es que se nota que vienes de El Hatillo con votos amarrados. Pedrito, que se te ven las costuras de actorcito de televisión, que la violencia más malandra que viste es la de las veces que Chalbaud te escribía un papelito de policía. Ese tumbaito de malandro blanco no te queda diputadito. Como se nota que la revolución no los obliga a subir barrio, a dormir en Petare, a ir a los Valles del Tuy a ver como se bate el cobre. A ver como se mueve la droga en los callejones de La Silsa o ir al entierro de un amigo, un hermano, un sobrino, o un hijo, que recibió tres pepazos en un enfrentamiento de bandas, y que ninguna de las balas era para él.
Como se nota que esta nueva oligarquía, estos caimanes sebados de agua dulce sólo salen de noche acompañados con el Negrón del guardaespaldas, que de seguro ese si ha visto plomo, porque vive en José Félix pa' arriba.
Para los muchachos de sucesos… no importa lo que digan. Yo sé, porque lo viví junto a ustedes, de quienes aprendí de la vida y de la muerte, y del periodismo también, que la verdad no la calla un diputadito o una recienvestida en el tema de Derechos Humanos. La verdad es que la gente se muere en este país a punta de plomo, y como no saben que hacer, prefieren hablar paja. Lástima: pudieron ganarse al pueblo.
Es que creo que se nos olvida dos cositas, el defensor del pueblo y los diputados de por acá tienen chofer, uno o dos guardaespaldas y un brujo que les pone a las ánimas a trabajar para que no les pase nada. Pero cómo quieren que le pasen algo con tanta vaina, por más que uno, cuando escucha estas barbaridades, lo desea. Pero el venezolano mortal y corriente si se la tiene que ver verdes o negras, según sea el caso, para salir a la calle con la quincena en los bolsillos y llegar con el cuerpo entero a su casa si es que se llega.
Pareciera que es mentira que todas las noches en los barrios la gente se pregunta para quién fueron los plomos de antenoche, o que los fines de semana la caña y la coca hacen que la gente se vuelva loca en las fiestas y que siempre terminen en plomo. Parecieran que se olvidan que cuando matan a un malandro en el barrio la gente sabe que eso trae colita y que un muerto tiene tres más en la semana.
Pareciera que los muertos y las familias que sufren sus muertes sólo se ven en la puerta de la morgue, son solamente anuncios de televisión. Que la gente no lleva sus muertos a velarlos en la casa porque no tiene como pagar los velorios, o peor aún, que a veces, todos en el barrio han puesto plata para enterrar a la gente querida. Aun más, que la gente quede herida sin poder trabajar, y que tengan que convertirse en una carga para su familia, luego que fuera el sostén de la casa.
Pareciera que aquí no se secuestra a nadie, y si no se paga no pasa nada, así mismito como le pasó a los Fadoul. Pareciera que aquí no hay sicariato, que por 500 bolos de los de ahora cualquiera lo pasan por las armas. Pareciera que es mentira que la gente pare su carro en el edificio donde vive y cuando se para por la mañana se entera que de los 10 carros que se llevaron, uno de esos era el suyo.
Gabrielita, es que se nota que vienes de El Hatillo con votos amarrados. Pedrito, que se te ven las costuras de actorcito de televisión, que la violencia más malandra que viste es la de las veces que Chalbaud te escribía un papelito de policía. Ese tumbaito de malandro blanco no te queda diputadito. Como se nota que la revolución no los obliga a subir barrio, a dormir en Petare, a ir a los Valles del Tuy a ver como se bate el cobre. A ver como se mueve la droga en los callejones de La Silsa o ir al entierro de un amigo, un hermano, un sobrino, o un hijo, que recibió tres pepazos en un enfrentamiento de bandas, y que ninguna de las balas era para él.
Como se nota que esta nueva oligarquía, estos caimanes sebados de agua dulce sólo salen de noche acompañados con el Negrón del guardaespaldas, que de seguro ese si ha visto plomo, porque vive en José Félix pa' arriba.
Para los muchachos de sucesos… no importa lo que digan. Yo sé, porque lo viví junto a ustedes, de quienes aprendí de la vida y de la muerte, y del periodismo también, que la verdad no la calla un diputadito o una recienvestida en el tema de Derechos Humanos. La verdad es que la gente se muere en este país a punta de plomo, y como no saben que hacer, prefieren hablar paja. Lástima: pudieron ganarse al pueblo.
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