Debo decir que todo lo que ha pasado con el padre Alberto me tiene molesto, pero más molesto me tiene el gordo Raúl de Molina, y es que como periodista no puedo dejar de ser una persona critica a los del medio. Y definitivamente no puedo tener otra actitud: no estoy de acuerdo.
Como dije y he dicho antes, creo conveniente hablar antes de la ética, ser honestos y serios; que antes de hablar de ser objetivos, debemos ver la comunicación como una responsabilidad de ser y de decir a favor de nuestra comunidad, y que antes de escudarse en el supuesto negado “la gente quiere saber…”, debemos pensar “y que piensa la gente y como afecta esto a la comunidad”.
Lo vi en el Gordo y la Flaca. Vi como trataban el tema del padre Alberto como si fuera el último chisme de Trevi, sin respeto alguno a la fe de los latinos que consideraban, o consideran al padre Alberto como un guía en una sociedad de consumo. Es más, sin respeto alguno a una cultura católica y a sus representantes.
Insisto que es mayor el daño que se le está haciendo a la comunidad latina de estados unidos por la forma en cómo se está tratando la información que lo ocurrido. Me da pena que después de que se haya mostrado lo ocurrido de manera cobarde, se persiga la mujer, quien actuó dignamente y con un comunicado de prensa haya tenido que pedir a los medios que respetaran su privacidad y derecho a no dar declaración, y sin embargo se siguen escudando en el tema de “la gente debe saber”.
Que se siga mostrando al cura como un transgresor, sin pensar que un acto como este no sólo destruye la dignidad y la imagen de una persona tan importante como el padre Alberto, sino que también lesiona a los creyentes, a los hombres de fe que lo consideraban una persona con la dignidad suficiente para guiarlos por el camino del bien.
Creo que son muchos años de trabajo que por sólo una noticia han lanzado al caño, y si me preguntan, Raúl de Molina es parte de esa componenda. Yo boicoteara ese programa y les pido a todos que boicoteen la falta de profesionalismo de este periodista, que no es más que un carnicero.
Estoy seguro que si sacamos a la calle a las encuestadoras nos encontraremos un importante apoyo al padre de la Comunidad Latina, y espero que esos números sean proporcionales al rechazo de la falsa moral del señor Raúl de Molina.
Insisto, puede que la actitud del padre Alberto no haya sido la adecuada, pero somos nosotros los hombres y mujeres de medios lo que con la opinión pública construimos o destruimos la vida de una persona, y esta persona es valiosa para los latinos en Estados Unidos, y los medios , y Raúl de Molina, los destruyeron.
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