Debo decir que las cosas que he escuchado de la boca del presidente en los últimos días es un acto de desesperación y megalomanía impropia de un jefe de estado, aterrado por quedar fuera de la jugada política.
Esta autodenominación, esta forma de aparecer con el interés de autosobarse la herida con el clamor de sus allegados, y que trata de organizar los inorganizable como el Partido Socialista Unido de Venezuela, indica lo que va a pasar en los próximos meses: otra derrota política, quizá de mayores dimensiones a las dos anteriores.
Sencillamente su partido no hace caso a los caprichos del rey: ergo porque sencillamente sabe que hay cosas más importantes que la autodenominación presidencial vitalicia, ergo porque sabe que si el presidente sigue allí eternamente va a ser muy difícil que yo pueda ejercer el liderazgo con libertad, ergo porque sencillamente al partido y a su gente no le da la gana.
Pese a los vítores de victoria del presidente y sus allegados, hay un pueblo preocupado por las ganas del tipo de quedarse con el coroto en nombre del pueblo nacional y socialista, que estoy seguro que no es la mayoría.
Pero más allá de preocuparnos por lo que dice o hace el presidente, considero que debemos ser consecuente con nuestros logros y seguir sembrando lo que hemos cosechado. Aún nos falta mucho camino que recorrer y eso se evidenció en estas elecciones. Los resultados son evidencia de que no damos la importancia a los gobiernos regionales, que son precisamente los que mandan en las comunidades.
Debemos seguir organizando a los testigos, debemos seguir incluyendo a la gente en la organización y la participación en los procesos electorales, debemos ser testigos reales de nuestros procesos políticos, y defensores de nuestro voto. Debemos ser, en fin, los guardianes de nuestro deseo.
Frente a esa verdadera labor política podemos evitar la reelección vitalicia y poner a los concejales que van a controlar los desafueros de los alcaldes chavistas, que sí, son muchos, pero no infalibles.
Esa es una labor de los partidos políticos, que sin ellos hubiéramos quedado fuera de la jugada y debemos agradecer su trabajo, pero esto es un matrimonio necesario, la sociedad que participa y los partidos que organizan, así es que se ganan elecciones.
Esta autodenominación, esta forma de aparecer con el interés de autosobarse la herida con el clamor de sus allegados, y que trata de organizar los inorganizable como el Partido Socialista Unido de Venezuela, indica lo que va a pasar en los próximos meses: otra derrota política, quizá de mayores dimensiones a las dos anteriores.
Sencillamente su partido no hace caso a los caprichos del rey: ergo porque sencillamente sabe que hay cosas más importantes que la autodenominación presidencial vitalicia, ergo porque sabe que si el presidente sigue allí eternamente va a ser muy difícil que yo pueda ejercer el liderazgo con libertad, ergo porque sencillamente al partido y a su gente no le da la gana.
Pese a los vítores de victoria del presidente y sus allegados, hay un pueblo preocupado por las ganas del tipo de quedarse con el coroto en nombre del pueblo nacional y socialista, que estoy seguro que no es la mayoría.
Pero más allá de preocuparnos por lo que dice o hace el presidente, considero que debemos ser consecuente con nuestros logros y seguir sembrando lo que hemos cosechado. Aún nos falta mucho camino que recorrer y eso se evidenció en estas elecciones. Los resultados son evidencia de que no damos la importancia a los gobiernos regionales, que son precisamente los que mandan en las comunidades.
Debemos seguir organizando a los testigos, debemos seguir incluyendo a la gente en la organización y la participación en los procesos electorales, debemos ser testigos reales de nuestros procesos políticos, y defensores de nuestro voto. Debemos ser, en fin, los guardianes de nuestro deseo.
Frente a esa verdadera labor política podemos evitar la reelección vitalicia y poner a los concejales que van a controlar los desafueros de los alcaldes chavistas, que sí, son muchos, pero no infalibles.
Esa es una labor de los partidos políticos, que sin ellos hubiéramos quedado fuera de la jugada y debemos agradecer su trabajo, pero esto es un matrimonio necesario, la sociedad que participa y los partidos que organizan, así es que se ganan elecciones.
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