El valor de que un servicio en internet ofrezca un API para que terceros se integren con él está casi fuera de cualquier duda, aunque los modelos de negocio sobre estas APIs y la apertura de la misma sí que son objeto de un continuo debate.
En los últimos días un anuncio de Twitter por el que daban por finalizada la integración que su API posibilitaba a Linkedin sirve de ejemplo del paso de una filosofía "API céntrica" como apuntaba Dalton Caldwell a establecer un control más férreo que ya anticiparon en varias ocasiones (1, 2) y tras el que se encuentra el deseo de controlar la experiencia de usuario y la generación de ingresos.
Las ventajas de un API cerrada, las ventajas de un API abierta
Twitter ha sido estos años el paradigma de los beneficios de un API abierta, miles de desarrolladores en todo el mundo construyendo servicios y enriqueciendo la experiencia Twitter, multitud de mejoras que su propio equipo nunca podría haber siquiera ideado. ¿Qué precio se paga por ello? la experiencia de los usuarios empieza a estar controlada por terceros, que intermedian y quieren desarrollar su propio negocio, a veces en conflicto con la plataforma que ofrece el API. Incluso puede llegar un día en que uno de esos servicios acapara tanto protagonismo que acabas comprándolo como en el caso de Tweetdeck por varias decenas de millones.Por otro lado, un API cerrada cuyo uso se acuerda de forma privada entre plataforma y cliente ofrece un control mucho más estricto de quién puede hacer qué, con condiciones, fechas y precio. Dos ejemplos de esta filosofía lo tenemos en Google Plus y su integración con Flipboard o Path con Nike. En ambos casos cuidan muy mucho el no "estropear la experiencia", algo que podría darse si cualquier aplicación empieza a escribir en los muros de sus usuarios, replicando contenidos de otros sitios, metiendo ruido... en su lugar han preferido ir con un cliente con el que tienen una gran relación de confianza y darle acceso exclusivo
Quienes apuestan por este enfoque de "API privada" también pagan un precio, claro. No están integrados en los clientes más populares utilizados por los usuarios, las herramientas de monitorización no las indexan, no se pueden integrar en servicios de terceros que podrían darles una gran visibilidad. Un caso interesante a seguir va a ser el de Instagram, que nació con un modelo claro de API abierta, pero que en manos de Facebook es posible que no siga demasiado tiempo con esa filosofía.
Lo peor de ambos mundos
Hace poco Versvs apuntaba a que el movimiento de Twitter se podía resumir en "muera la plataforma y viva el medio". De hecho el cambio de rumbo no hace sino confirmar los temores que comentamos por aquí en ¡2007! cuando despegaba la tendencia de construir mashups a partir de APIs de otros: la relación de poder que establece la plataforma con respecto a los clientes.Y esto es lo peor de ambos mundos, cuando se pasa de API abierta, muchos desarrolladores han creado su servicio sobre tu plataforma y empiezas a virar hacia un API cerrada. Es entonces cuando se crea la desconfianza, la rebelión y las críticas por deslealtad con respecto al ecosistema que te empujó cuando estabas naciendo. En esas está Twitter, que al final está virando hacia una experiencia completa con más control en su web y clientes, depurando el uso de su API que entra en conflicto con este plan y con su modelo de negocio.
1 comentario:
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