Aquí tienes seis falsos mitos en los que no deberías caer.
1. Las redes sociales son una revolución
Llamemos a las cosas por su nombre: las redes sociales no son una revolución, sino la evolución casi natural en las formas y medios de comunicación e interacción on line. Primero fue la Web 1.0 (1991-2003), que Wikipedia define como “la forma más básica que existe, de sólo lectura. El usuario no puede interactuar con el contenido de la página: nada de comentarios, respuestas, citas, etcétera”. En 2004 comienza a hablarse de Web 2.0, “asociado a aplicaciones web que facilitan el compartir información, la interoperabilidad, el diseño centrado en el usuario y la colaboración en red”. Y con ella, llegan los medios sociales, que intensifican la generación de contenidos por parte de los usuarios, potencian la creación de comunidades, y abren nuevas vías de comunicación. ¿Habrían existido las redes sociales sin los pasos anteriores? No. ¿Seguirán existiendo dentro de diez años? Probablemente, no como las conocemos ahora. Pero no cabe duda de que sea cual sea el “medio” utilizado, será una herencia evolutiva de lo actual.
2.Facebook es la red social líder
Sí y no. O más bien: depende. Facebook es la red social con mayor número de usuarios en todo el mundo: 901millones en abril de 2012. Pero su crecimiento se está ralentizando, y hay países en donde no triunfa:en Rusia manda Vkontakte, en Corea del Sur prima Cyworld, en Holanda adoran Hyves, en Japón reina Mixi, y en China es líder Renren. ¿Cuestión idiomática, cultural o tecnológica?
3.Las empresas deben estar en redes sociales
Niego la mayor porque forma parte de un silogismo-trampa. Las empresas deben escuchar a sus clientes, responder a sus necesidades, detectar tendencias, generar empatía hacia sus marcas, monitorear su reputación e imagen. Y establecer para ello la estrategia adecuada, según unos objetivos definidos y con unas métricas que les permitan valorar los resultados y la evolución. Es en este contexto donde se enmarca su presencia en redes sociales: no se trata de “estar por estar”, sino de integrar los medios sociales en el sistema de gestión corporativo. ¿Qué sentido tiene que una empresa plantee: “Quiero un Facebook”?
4. Las redes sociales son gratis
Ya. Lo que es gratis es abrir un perfil o página en redes sociales, y también muchas de las herramientas de gestión, actualización y monitoreo. Pero una óptima gestión de los social media requiere dedicación, capital humano, investigación constante, creatividad… Y el tiempo y el conocimiento tienen un precio. Por no hablar ya de la inversión mínima que requiere el desarrollo de, por ejemplo, un social game o una aplicación para Facebook, una pequeña campaña de publicidad, un upgrade en una herramienta de gestión, etcétera. Que no sea necesariamente caro no implica que no cuesten dinero. A ver de qué vive, si no, el sector.
5. Cuanto más seguidores y fans tenga una marca, mayor será su éxito en redes sociales
Frío, frío. Y más aún, si esos fans se han conseguido mediante sistema de compra de seguidores. Seamos serios: el número de seguidores es interesante, porque indica el tamaño de tu comunidad, pero no es determinante. Más importante aún será el volumen de interacciones, comentarios, RTs, menciones positivas (o negativas), impresiones de un post, tráfico generado hacia la web, clics obtenidos en un link, etc. Porque por muchos seguidores que tenga una marca, si no muestran el más mínimo interés por lo que ésta les cuenta, ¿de qué sirve? Y si quizás tampoco son su público objetivo, ¿qué más da que sean muchos?
6. Las redes sociales han matado el email marketing y las RSS
Mal calculado el tiro. Bien es cierto que, por un lado, la mayoría de las plataformas sociales integran su propio sistema de mensajería o correo, y por otro, los mensajes difundidos a través de redes pueden lograr un impacto incalculable gracias a la viralidad. Pero la realidad es que, más bien, todos estos canales se complementan y retroalimentan entre sí, y ninguno es excluyente. Aún no se ha inventado la solución única en marketing on line. Y si así fuera, ¿qué aburrido resultaría, no?
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