El chiste es algo tonto pero efectivo: Sólo hacen falta 58.398 fáciles pasos para hacerse millonario desarrollando aplicaciones:
- Crear una app.
- Subir la aplicación a una tienda, como la App Store.
- Vender una copia de tu programa.
Esa es la cuenta que ha sacado Instant Shift, presentada en una conocida infografía que reproducimos al final del artículo: ¿cuántas transacciones son necesarias para convertir un buen negocio en uno extraordinario?
Y la verdad que lograr más de 50 mil ventas de cualquier cosa (no sólo de apps a precios económicos) no es tarea sencilla. Ergo, hacerse rico lanzando jueguitos para móviles no es lo fácil que parece. Es decir, no hay que dejarse engañar por la cantidad de historias que pululan en los medios sobre programadores que cambiaron la bici por un Mercedes Benz tipeando código sobre un (chanchito/pajarito/sapito) que mediante una (resortera/cañoncito/catapulta) debe (comer/destruir/cazar) alguna (monedita/caramelo/ u otro animalito (chanchito/pajarito/sapito)).
Son pocos los que lo logran. Un puñado de empresas aprovechó el filón de las tiendas de aplicaciones a bajo costo y supo convencer a los consumidores de que le entregaran eso reservado sólo para lo muy pero muy bueno: el número de la tarjeta de crédito.
Estas pocas compañías (a veces conformadas por una sola persona) crearon un nuevo segmento de negocio, y un club flamante: el de los appillionaires.
Mira la aplicación que bajé…
“Appillionaires” es el título del reciente libro del periodista y emprendedor Chris Stevens (foto de arriba); es un ensayo que trata de narrar el espíritu de estos programadores que supieron estar en el momento indicado, a la hora indicada, con la idea indicada.Para Stevens, se trata de un fenómeno que creció exponencialmente en los últimos cuatro años y que todavía no tiene techo. Recientemente, la revista Forbes le realizó una interesante entrevista al autor, que gira alrededor de una pregunta: por qué algunos desarrolladores sí y otros no. ¿Qué tienen de especial los appillionaires?
“Ha habido historias de gran éxito de personas que trabajaron en pequeños equipos, a menudo en sus habitaciones, y que tienen un atractivo enorme, ya que da la idea de que el fuerza de la creatividad es increíble. Que a veces sólo una buena idea puede más que todo una corporación”, comenta el autor. Aunque aclara, que realmente ésta se trata de una de las ramas más competitivas del mercado tech. Por cada Appillionaire, explica Stevens, hay cientos que pierden dinero.
Igual, Stevens -que ha desarrollado una app para iPad basada en “Alicia en el País de las maravillas” y se ha llevado al bolsillo buenos dividendos- ofrece algunas claves para el programador entusiasta:
- Muchas de las ideas de éxito no surgieron de un plan de negocio programado. Al contrario, apps como Stickwars de John Hartzog, nació casi como un juego, cuando este autor salía del colegio y entraba en la marina.
- Que una simple idea de una persona común, a veces puede más que los esfuerzos y recursos de grandes compañías:
“Los equipos que crearon algunas de las aplicaciones de mayor éxito se componen de miembros de una misma familia. Como los primos que crearon Angry Birds o los dos hermanos que crearon Doodle Jump. Muchas de las personas que tienen éxito con las aplicaciones, no habrían podido sostener el desarrollo de sus aplicaciones en una gran corporación. Es difícil reportar a superiores sobre lo que se está haciendo con tal o cual diseño del programa. Con frecuencia comienza como una diversión y se desarrolla siempre a partir de ahí”
- Pero que tampoco hay que engañarse. Y que a veces lograr que una app simple, sea bajada de manera simple, por clientes simples, es lo más complicado del mundo.
Desarrolladores de ego
Lo cierto, según el autor de este libro, es que la imagen del “desarrollador” está cambiando gracias a los “appillionaires”.Las generaciones anteriores, atadas a las guitarras eléctricas, buscaban la fama en pubs; pero los jóvenes de hoy lo hacen lanzando Xcode en sus MacBook Pro… El crecimiento de la App Store y su progenie -el desarrollador multimillonario, o “Appillionaire ‘- ha inspirado a una nueva generación de chicos indies deseosos de programar. El programador, alguna vez ubicado apenas unos cuantos peldaños por encima de minero del carbón en la cadena alimentaria de lo que es y no es cool, es ahora uno de los puestos de trabajo con más estilo.El autor recuerda el caso de Tapulous que, sin ironía, publicó el siguiente anuncio de trabajo: “Estamos contratando a desarrolladores rock-stars”. Y en muchas de estas compañías, los expertos en X-Code son tratados como si se tratara de Jimmy Hendrix.
A todo esto, ¿sabían que Rovio acaba de rechazar una oferta de compra de 2,25 mil millones de dólares [que le ofrecía Zynga](http://www.tuaw.com/2011/11/28/rovio-reportedly-turns-down-2-25-billion-from-zynga/), porque están seguros que sus pajaritos enojados tiene un valor mucho más alto. Ése es el espíritu appillionaires: creadores que se ven a sí mismos como capaces de lograr lo que se les ocurra. Que, después de todo, ésta es su era.
Via: Wix.com the Free Flash Website Builder
Foto: CNET UK
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