Antes de la explosión informativa propiciada por blogs y redes sociales, las opciones para estudiar los principios de la visualización y la infografía se limitaban a las obras de un puñado de pioneros de procedencias diversas: estaban los estadísticos John W. Tukey y William S. Cleveland, los cartógrafos Jacques Bertin y Alan Mac Eachren y los científicos sociales Howard Wainer y Edward T. Tufte.
También estaba Stephen Few.
Los libros de Few, principalmente Show Me the Numbers y Now You See It, funcionan como puentes entre los escritos (a veces excesivamente abstractos) de los teóricos del primer párrafo y la experiencia diaria del profesional. Si Edward Tufte, su principal influencia, se rinde a menudo a un estilo mesiánico y sentencioso, Few, sin perder precisión en el manejo de conceptos, es práctico y directo, una probable herencia de su pasado como consultor en inteligencia empresarial.
Alberto Cairo: En marzo de 2011, usted fue jurado de los premios internacionales de infografía Malofiej, que distinguen cada año lo mejor de la visualización en periódicos y revistas. Durante una conversación, me dijo que nunca había estado expuesto de forma tan intensa a este tipo de gráficos, ya que su especialidad es el análisis cuantitativo de empresas. ¿Qué es lo que le llamó la atención del trabajo de los muchos periodistas visuales que se presentan a este certamen?
Stephen Few: A pesar de que tuve la suerte de evaluar muchos buenos proyectos, también percibí que los errores más comunes en gráficos periodísticos son muy parecidos a los que se cometen en el mundo empresarial. Los diseñadores de infografías tienden a imitar lo que ven en otras publicaciones y no reflexionan sobre si se trata de soluciones adecuadas para los datos que manejan. Vi muchos gráficos que imitaban sinsentidos como este, de la revista Good:
AC: Los periodistas visuales se dejan llevar por las modas.
SF: Ese es un problema serio, desde luego. Hoy en día existen diseñadores que piensan: "de acuerdo, tengo veinte valores que quiero que el lector compare. ¡Voy a crear un gráfico de burbujas!" Se lanzan entonces a dibujar un montón de círculos organizados de una forma estéticamente agradable, sin estudiar si esos datos poseen un orden natural y sin tener en cuenta que el cerebro humano no es bueno comparando áreas, sino solo alturas y longitudes, por lo que un gráfico de barras sería más adecuado.
Me dio la impresión de que muchos profesionales toman los datos y se dedican simplemente a buscar una forma divertida y original de mostrarlos, en vez de entender que el periodismo consiste -una vez reunidas las informaciones- en facilitar la vida de los lectores, no en entretenerlos. El trabajo del diseñador de información no es encontrar el gráfico más novedoso, sino el más efectivo.
AC: Creo que la causa de este fenómeno es que bastantes periodistas y diseñadores mantienen una mentalidad paternalista: piensan que si optan por gráficos más funcionales y densos, acabarán siendo también visualmente pobres, de aspecto técnico, frío, poco atractivo.
SF: Atraer la atención con algo no relacionado con la información, como adornos y efectos especiales, es un truco contraproducente. En periodismo, ¿cómo se gana uno al lector? Con un buen titular, algo que resulta llamativo pero que, ante todo, está basado en el texto que encabeza. El lector no leerá un reportaje o noticia porque su titular resulte bello, sino porque este sugiere que la historia a la que acompaña es interesante.
Lo mismo ocurre con los gráficos. Uno puede crear algo visualmente espectacular, lleno de elementos decorativos irrelevantes pero, ¿qué gana con ello? Nada. Por lo menos, nada que tenga que ver con el objetivo central de una historia periodística, que es informar. La decoración atraerá al lector, pero este perderá inmediatamente el interés cuando compruebe que el contenido es irrelevante o ilegible. Esta es la estrategia del diseñador perezoso, dispuesto a sacrificar la integridad de los datos en favor de lo lúdico, del mero entretenimiento.
Sospecho que estamos ante una consecuencia de que los medios de comunicación, cuando tienen que contratar personal para sus departamentos de gráficos, elijan solo gente que procede de facultades de Arte y con experiencia en software, y no analicen si poseen la formación necesaria para contar historias a partir de datos. Pueden ser buenos maravillando con pirotecnia visual, pero esa es una habilidad más propia de la publicidad que del periodismo.
AC: ¿Es ese el caso de David McCandless, el famoso diseñador británico, a quien ha criticado en varios artículos recientes ([1], [2])?
SF: En la semana que pasé como jurado de los premios Malofiej, tuve que leer muchas infografías parecidas a lo que McCandless ha publicado en The Guardian y Wired. Lo que me deja perplejo de la popularidad que ha conseguido es que su trabajo no es interesante ni como diseño ni como visualización. Sus gráficos suelen ser superficiales y, desde el punto de vista estructural, están llenos de errores. Fíjese en una de sus infografías más celebradas, la titulada The Billion Pound-O-Gram:
El objetivo del gráfico es revelar que el tamaño del déficit de Gran Bretaña (175.000 millones de libras, el cuadro negro a la derecha) es grande, comparado con otros números con los que el lector del Guardian está familiarizado. Pero este es un mensaje algo intrascendente, que se resume en pocas palabras. ¿Ayuda el gráfico a poner la cifra en contexto? ¿Nos permite profundizar y analizar los datos desde diferentes puntos de vista? ¿La información está estructurada para facilitar comparaciones? Intente responder a las siguientes preguntas sin leer los números que aparecen dentro de cada rectángulo:
• ¿Qué es mayor en términos económicos: los préstamos hipotecarios (Mortgage Lending) o el Servicio Nacional de Salud (NHS)?
• ¿Cuál es la diferencia entre los préstamos hipotecarios y las pensiones públicas (State Pensions)?
• ¿La diferencia entre el gasto en pensiones públicas y los ingresos de Tesco (una cadena de supermercados) es parecida a la diferencia entre 62 y 59 o mucho mayor?
• ¿Qué es mayor: prestaciones por desempleo (Income Support) o gasto en policía (Police)?
Podría argumentarse que esas comparaciones no son demasiado relevantes, dado que el gráfico se centra en el tamaño del déficit. Así que, a continuación, intente decirme cuánto mayores o menores que el déficit son los rectángulos Income Tax y Bailout: Asset Purchasing and Lending. Es casi imposible.
Todas esas cuestiones son muy fáciles de responder con un simple gráfico de barras. Vea lo sencilo que resulta clasificar las cantidades de mayor a menor y percibir la proporción entre cada una de ellas y el déficit, representado por una gruesa línea negra vertical.
AC: A veces uso una analogía para explicar que la elección de la forma de un gráfico tiene que ser restringida por las tareas en las que ese gráfico debe ayudar al lector. En otras palabras, una infografía es una herramienta cognitiva. Pensemos en un martillo: existen martillos grandes, pequeños, bellos y feos, fabricados con materiales diferentes; sin embargo, en el fondo, todos tienen una forma similar. ¿Cómo convencer a periodistas y diseñadores de que la prioridad tiene que ser la estructura y no la estética (que puede ser una preocupación posterior)? ¿Cómo persuadirlos de que es aconsejable actuar más como ingenieros que como artistas?
SF: Para mí es más o menos sencillo, dado que suelo dirigirme a audiencias corporativas, que ya han asumido que un gráfico es un instrumento de estudio y análisis, no un mero adorno para rellenar una página o para aligerar una presentación en PowerPoint. Ahora bien, también es cierto que constantemente me encuentro con gente fascinada por lo que yo llamo arte basado en datos (Data Art).
El arte basado en datos y la visualización de esos mismos datos son disciplinas diferentes. No tengo nada contra el arte, desde luego: hace unos días fui a una exposición en el Museo de Arte Contemporáneo de San Francisco y me maravillé ante varias obras de Henri Matisse y de Picasso. Cuando veo un cuadro de Picasso, sin embargo, no tengo la expectativa de extraer una historia clara, sino de que me conmueva. Ocurre lo contrario al usar una visualización: espero que me ayude a entender la verdad que se esconde tras cantidades enormes de números.
AC: Esa puede ser una buena filosofía para el periodista visual.
No, esa debe ser la filosofía del periodista visual, si uno entiende el periodismo como aquella actividad profesional cuyo objetivo es proporcionar a los ciudadanos la información que necesitan para tomar mejores decisiones públicas y privadas.
AC: Supongamos que, en vez de hablar para una audiencia compuesta por ejecutivos y mandos intermedios de una empresa, nos dirigimos a periodistas sin experiencia alguna en visualización. ¿Cuáles son los pasos fundamentales en la creación de un buen gráfico?
SF: No creo que el procedimiento sea muy diferente al que un analista de empresas adopta para estudiar datos y presentarlos a sus colegas. Lo primero que hace es preguntarse cuáles son los mensajes que esos datos transmiten, o deben transmitir. Un periodista, de la misma manera, debe pensar en la historia que los datos ocultan y que puede ser de interés y utilidad para sus lectores. Si uno es capaz de resumir esta historia con palabras, ya habrá avanzado mucho.
El siguiente paso es buscar los tipos de gráfico mejor adaptados a la naturaleza de la información. ¿Quiero que mis lectores comparen las tasas de infección por VIH en varios países de África? Es posible, entonces, que lo más adecuado sea un gráfico de barras, organizadas de mayor a menor, como en el ejemplo del que hablamos anteriormente.
Para tomar esta decisión, uno debe aprender el vocabulario y la gramática de la visualización: cómo formas geométricas codifican conceptos abstractos y valores cuantitativos. Es imprescindible familiarizarse con el trabajo de gente como Jacques Bertin, en su Semiology of Graphics, Colin Ware, de la Universidad de New Hampshire, que ha escrito dos maravillosos libros sobre el procesamiento cerebral de información gráfica ([1], [2]), y Stephen Kosslyn, tal vez comenzando con su reciente entrevista. Tanto Ware como Kosslyn profundizan en la relación entre presentación, percepción y cognición. Si la aspiración de un periodista es hacerse entender por su público, debe estudiar cómo funciona el cerebro humano.
Un último paso fundamental: desarrollar el sentido crítico. Si los estudios de usabilidad forman parte desde hace tiempo del diseño de software y de páginas Web, también pueden ser incorporados a la visualización y la infografía.
AC: En su blog escribe sobre tendencias que considera negativas, pero también destaca ejemplos de buen hacer. ¿Alguna recomendación de innovaciones, proyectos y profesionales a los que merezca la pena seguir con atención?
SF: El mundo de la visualización está cambiando muy rápidamente. Una novedad que me viene a la cabeza de inmediato es el impulso que están recibiendo las redes de visualización colaborativa, en las que grupos de científicos y expertos trabajan sobre los mismos datos desde diferentes lugares del mundo. Un ejemplo muy conocido, accesible para el usuario medio, es Many Eyes, de IBM.
En cuanto a formas gráficas nunca vistas, una compañía llamada Panopticon me sorprendió hace algún tiempo con un nuevo tipo de visualización, llamada gráfico de horizonte (horizon graph). Permite comparar más de cincuenta variables a lo largo del tiempo gracias a que los números no se representan solo por medio de la altura de las líneas, sino también con tonos de color. Uno tarda un poco en acostumbrarse a leerlo pero, como expliqué en un artículo, puede resultar muy útil.
Libros recientes... Tal vez Visual Language for Designers, de Connie Malamed. Está entre los que más me han gustado en los últimos años. Los principios que describe son un buen punto de partida para cualquier carrera en visualización periodística.
Alberto Cairo (Twitter: @albertocairo) es director de infografía y multimedia de la revista Época (Editora Globo, Brasil)
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