noviembre 01, 2006

"Los más duros caen con el dolor más intenso
Los veré caer y reiré"
Don Augusto Figuera y Ortega
Tengo la costumbre de mentirme a mi mismo cuando se trata de cosas del amor, en especial, ahora que después de tanto tiempo me encuentro con que el amor es solo una forma de sentirse bien, nada más. Yo no entiendo como uno puede dejarse llevar por los impulsos mas animales que existen, sobre todo cuando le tomas la mano a un mujer, ¿niña o mujer?, bueno, a una niña que te encanta con la mirada, que alegra con la sonrisa, te coquetea con su cabello, ¿te coquetea o es sólo la imaginación?, hasta el punto de uno poder imaginarse que le puedes llegar a gustar a una niña preciosa que lo único que tiene es una sonrisa tan espectacular que es capaz de opacar la mirada de cualquier otra mujer y hacerte pensar que el mundo solo tiene dos maneras de verse: A través de sus ojos o a través del vaso en el que bebes el vodka.
Ya me lo había imaginado hace muchos años la primera vez que la vi. Debe ser la llama esa que tiene que la hace imaginarme cosas muy bellas en el camino de la existencia, y que siempre dije que era la perfecta para alegrarle la existencia a un patetista brillante, enredado, complicado, descarriado, y solitario como yo.Fue el simple acto de tomarle la mano. Fue la sensación de tener en la mano unos dedos suaves y débiles de damita, de mujer que necesita protección, ¿Qué necesita protección, qué protección si es más pila que una batería D de las gruesas?, de esas que solo con su mano te hace saber si se siente protegida, si se siente contenta, si se siente feliz, sobre todo cuando en un lugar donde el gentío apremia, su mano se posa relajada en la tuya y se deja llevar con toda la confianza del mundo, ¿o será que no le quedaba otra, total ese es un viejo y sabe lo que hace?.Sólo que pareciera que ella es la mujer que predije que es la perfecta, solo que estaba muy chiquita.
Pues la niña ya creció y causa mucha sorpresa estar con una mujer, una niña, lo que sea, a quien solo encantaba mis ideas, y que ahora es una mujer que puede acompañarme y que puedo acompañar. Pero son puras dudas. Porque quien sabe. Quizás no la vuelva a ver, y mucho menos tener una oportunidad de tomarle la mano.

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