abril 08, 2012

¿Qué se esconde detrás de Instagram?

Foto después de haber sido procesada por un filtro.

¿No es irónico que una aplicación que le rinde tributo a dos productos que desaparecieron por falta de interés de los consumidores llame la atención de miles de usuarios?


Instagram (una aplicación-red social) homenajea, con los filtros que aplica a cada imagen capturada por sus usuarios, a las cámaras instantáneas Polaroid o a las famosas Kodak Instamatic, ambas fueras de circulación.

La app que debutó en octubre de 2010 en el iPhone llegó este martes a Android. Y sus creadores -que aseguran contar con 30 millones de usuarios- esperan conquistar el corazón de uno que otro de los cientos de millones de usuarios del sistema operativo de Google.

Pero Instagram es sólo la punta del iceberg. Detrás del servicio se encuentran un sinnúmero de otras aplicaciones y redes sociales que giran en torno a la captura de imágenes y el compartirlas con el resto del mundo.


Instagram es una app con la que se puede tomar una foto -o elegir una de las que ya existen en el teléfono- para después ajustar la imagen al tamaño de un cuadro, como en las fotos de antaño, y aplicar un filtro para otorgarle un efecto 'vintage'.

Después con otro movimiento del dedo se puede compartir con Facebook, Twitter, Tumblr, Foursquare o Flickr (Androides absténganse, por el momento esa red sólo está integrada en iOS).

Como en Twitter, se puede seguir a otros usuarios y, como en Facebook, se puede decir "me gusta" a las imágenes de nuestro agrado.

Logo tipo de Instagram
La app es gratis, el modelo de negocios es incierto. Sus fundadores aseguran encontrarse en etapa de experimentación financiera.


"Creemos que el núcleo de nuestro producto siempre será gratuito. Habrá oportunidades para consumidores a fin de que compren herramientas adicionales como filtros especiales, etc. Sin embargo, planeamos experimentar con diferentes modelos mientras crecemos...", afirman en su sitio web.

Por el momento la empresa se financia con el respaldo recibido por fondos de inversión. Uno de ellos es Andreessen Horowitz, la empresa de inversión que ha apoyado en su momento proyectos como Facebook, Groupon, Twitter y Zynga.

Es lógico suponer que seguirán la estrategia de hacer crecer su base de usuarios y expandir su producto antes de pensar en cómo obtener ganancias. Pero tarde o temprano, como lo han hecho otros, comenzarán a buscar recuperar su inversión.

No es, por supuesto, la única aplicación o servicios de su estilo en el mercado.

Flickr es quizá el ejemplo más conocido de una red social de fotografías en la que, lo mismo profesionales que aficionados, se dan cita para compartir imágenes, hacer comentarios y desarrollar comunidades en torno a la imagen. Y Facebook y Twitter también han demostrado que parte de su éxito se basa en las fotos que sus usuarios comparten.

En el mundo de aplicaciones las opciones sobran. FX Camera para Android e Hisptamatic para iOS han sido ampliamente descargadas por quienes gustan de dotar a sus imágenes de diferentes filtros. No todas han triunfado.

Color fue una aplicación que se lanzó con bombo y platillo y que pretendía acercar a gente que se encontraba en la misma zona y tomaba fotos. Fue tan difícil de entender y su éxito tan limitado, que terminó transformándose en una aplicación que permite durante 30 segundos transmitir en vivo en Facebook. ¿La lección? El éxito no está garantizado.

Por el momento Instagram da la impresión de ser una de esas redes sociales que calientan los ánimos. Hay quienes la adoran y están dispuestos a defenderla a capa y espada en los blogs que critican el servicio, y hay quienes que consideran que sólo se trata de un espacio que glorifica fotos mal tomadas de ocasos aburridos y miles de gatos.

Foto con efecto
Sus críticos aseguran que si la gente realmente quiere apostar por lo vintage, deberían tomar fotos normales, almacenarlas y después volver a verlas cinco años después.


Sus usuarios se han defendido subiendo fotos sin filtros para demostrar que son capaces de tomar fotos sin tener que alterarlas.

Pero algo hay de cierto en ambas posiciones. El gusto por el vintage, el renovado cariño por la imagen, el deseo de compartir una memoria visual es algo que ya existía en el pasado. Lo que ocurre es que antes las fotografías se almacenaban en varios álbumes y se compartían socialmente cuando llegaban visitas a la casa.

La tecnología ha transformado las cosas y ha acentuado una tendencia que desde hace años se venía percibiendo.

En 1997 el filósofo italiano Giovanni Sartori publicó un libro llamado: "Homo Videns: la sociedad teledirigida". En él planteaba que la humanidad había pasado de la etapa del "Homio Sapiens" guiada por el pensamiento, a la era del "Homo Videns" con una sociedad guiada por la imagen.

Creía él que la imagen estaba sustituyendo al raciocinio y a la capacidad de pensamiento. Internet, aseguraba, acentúa el problema creando una "soledad electrónica" para una ¨"multitud solitaria".

Y ahora una multitud, solitaria o no, está demostrando que en la era de las redes sociales y los teléfonos inteligentes la imagen vale muchísimo más que mil palabras.

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