Infográficos, martillos, cebollas y ecuaciones

Los fundamentos de la representación visual de información

Hace unos meses, Javier Errea, organizador de la Cumbre Mundial de Infografía 'Malofiej', que se celebrará en Pamplona entre el 18 y el 23 de marzo de 2012, pidió a cien profesionales que dibujásemos una ilustración, gráfico o icono que representase nuestra definición de 'infográfico'. Su objetivo es publicar un libro conmemorativo de los veinte años del encuentro más importante sobre visualización periodística.

Esta es mi contribución (traducción en el pie de la imagen). En pocas palabras, resume mi filosofía de trabajo, el núcleo teórico del libro El arte funcional.

'Todo buen infográfico es funcional como un martillo, 'multicapa' como una cebolla, bello y verdadero como una ecuación matemática'

No hay mucho más. En esas frases se condensa lo que uno debe recordar si quiere dedicarse a crear gráficos informativos. Fueron válidas en el pasado y lo serán más todavía en el futuro, a juzgar por la enorme cantidad de proyectos que no las respetan.

Primero, un infográfico no es una ilustración ni un dibujo —en cuyo caso, su prioridad sería la estética pura y la expresión del mundo interior de su creador—, sino una herramienta cognitiva que extiende la percepción de los usuarios.

Por ello, cualquier infográfico debe ser pensado como un martillo: un martillo puede ser grande, pequeño, amarillo, verde o azul pero, en esencia, su estructura varía poco dentro de unos límites bien definidos. Un infografista no es tanto un artista como un ingeniero de imágenes: las formas elegidas para representar la información deben estar adaptadas a las tareas en las que el gráfico debe ayudar a los lectores, como vimos en 'Periodismo visual: formas y funciones'. Es verdad que puede haber más de una forma de representación apropiada para cada grupo de datos, pero la cantidad de formas inapropiadas será siempre mucho mayor. Esta elección no debe estar basada en el mero gusto personal.

Segundo, un buen infográfico debe ser multidimensional. Si el espacio y los recursos lo permiten, el periodista visual no puede limitarse a ofrecer un resumen de los datos, sino que debe dar a los lectores la oportunidad de profundizar en ellos, de contextualizarlos, de entenderlos en detalle. Vea este trabajo, publicado hace poco en USA Today:

Vuelos cancelados entre 2007 y 2010; de acuerdo. Pero las preguntas obvias ante estos números son: ¿Y qué? ¿Por qué esas cifras son relevantes? ¿Son altas o bajas como porcentaje del total de vuelos? ¿Qué significan? Y, sobre todo: ¿Cómo me afectan? El infográfico desperdicia demasiado espacio con la ilustración de un avión en vez de incluir elementos que ayuden a los lectores a hacerse una idea de la relevancia del problema. Este gráfico es una cebolla con una única capa, la que muestra los números. Por debajo de ella, sólo hay vacío.

Por último, la belleza y la verdad. En infografía, la belleza deriva de la elegancia y la eficacia. Ambas son subjetivas en parte. La elegancia, por ejemplo, depende de la cultura y el momento histórico: cada sociedad y cada época tienen sus preferencias en cuestión de colores, fuentes tipográficas, estilos de ilustración. Pero una porción de esa elegancia es universal, parecida a la que hace que las buenas ecuaciones y teorías científicas sean tan fascinantes: explican mucho con muy poco. Son eficientes. Piense en la profunda simplicidad de la teoría de la evolución por selección natural, por ejemplo.

En cuanto a la eficacia —el éxito al transmitir cierta información—, puede ser medida empíricamente y estudiada racionalmente. Nuestras decisiones al diseñar un gráfico pueden (deben) estar inspiradas en lo que las ciencias, la Psicología Cognitiva entre ellas, revelan sobre las capacidades y limitaciones de los ojos y el cerebro.

Para más detalles sobre estos principios, una breve conferencia impartida durante los actos de celebración del décimo aniversario de la revista electrónica Mosaic, de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC):

Alberto Cairo (Twitter: @albertocairo) es profesor de Periodismo visual en la Universidad de Miami y autor de los libros El arte funcional: infografía y visualización de información (2011) e Infografía 2.0: visualización interactiva de información en prensa (2008).