diciembre 05, 2011

Es el contenido, estúpido

En los años 40 los ingenieros de Lockheed acuñaron una curiosa expresión, sobre la cual se han edificado imperios: Keep It Simple Stupid. Medio siglo después, Clinto venció a Bush padre con un eslogan que tenía una palabra en común: It’s the economy, stupid.

El mensaje del principio KISS y del eslogan de Clinton se vuelven de lo más actual cuando miramos al momento en el que encuentra la cultura digital. Un panorama en el que dinosaurios como la RIAA, la MPAA y la SGAE intentan la cuadratura del círculo, protegiendo sus modelos obsoletos a costa de las libertades de los ciudadanos.

Y lo peor de todo, sin lograr nada.

Pero no es de la piratería de lo que hablaremos aquí. Ya hemos dejado claro que no existe, y la antepenúltima batalla por las libertades la hemos vuelto a ganar, a falta de la penúltima. Sin embargo el último pulso, el que debe doblegar las mentes de los ejecutivos de la industria antes de que esta termine de autodestruirse, aún se mantiene.

Las ventas de ebooks en Estados Unidos están doblándose cada año, y alcanzarán el 40% del total de la industria editorial en 2016. Dispositivos como el Kindle y el iPad, pensados para la consumición de contenidos, alcanzan cifras record de ventas. Pero muchos aún no se han enterado.

El año pasado, durante una mesa redonda en el Instituto Cervantes de Nueva York en la que participábamos entre otros Antonio Muñoz Molina y yo, alguien entre el público preguntó qué opinábamos del advenimiento del libro digital. Yo dije que suponía un cambio tan transformador como el del tipo móvil inventado por Gutenberg hace cinco siglos. Muñoz Molina tomó la palabra y me llamó paleto y provinciano, alegando que lo digital era una moda pasajera.

Con un par.

Entiendo que semejantes palabras os parezcan una aberración inconcebible, pero Muñoz Molina no es el clásico lector de ALT1040. Por raro que os parezca, hay todo un mundo ahí fuera de gente que no se ha enterado del cambio que va a destruir su mundo. Gente con hipotecas e hijos en edad escolar. Gente que reverencia el continente, sea este de plástico o de papel. Gente que no ha comprendido la verdad.

Es el contenido, estúpido.

No es el objeto lo que cuenta, sino lo que transmite. No es el libro, sino la historia, no es el DVD sino la emoción. No es el CD, sino cómo la voz de Adele nos pone los pelos como escarpias.

La “piratería” triunfa porque funciona 24/7, sin restricciones de países ni absurdos DRMs. Keept It Simple, Stupid. Y a un buen precio –no gratis, porque nada lo es, ¿o acaso no cuestan las cuentas en Megaupload y Fileserve?-. It’s the economy, stupid. La única manera de vencer es con mayor simplicidad, calidad y precios razonables. Y para eso los intermediarios tienen que comprender que las políticas y los márgenes tradicionales dejan de tener sentido. ¿Qué ocurre cuando Amazon, epítome del principio KISS, anuncia que ofrece una plataforma de autopublicación que retribuye el 70% del precio de venta a los escritores? Que completos desconocidos rechazados por la industria editorial se convierten en millonarios de la noche a la mañana. ¿Por qué?

Porque es el contenido, estúpido. Y a partir de ahora y por primera vez, quien lo crea es el que importa.

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