noviembre 24, 2011

Tzvetan Todorov, renacentista contemporáneo. / Miguel Iturria Savón.


El escritor francés de origen búlgaro Tzvetan Todorov (Sofía, 1939), es considerado por la crítica un teórico de lo posible. Su vasta producción escritural comprende ensayos sobre lingüística, crítica literaria, arte, historia y filosofía. Estudioso del lenguaje, los signos y la historia, se licenció en filología eslava en su ciudad natal y obtuvo el doctorado en París con Roland Barthes y Gérard Genette, quienes publicaron su tesis bajo el título Literatura y significación (1967).
Todorov ejerce como profesor y director del Centro de investigaciones sobre las artes y el lenguaje, en París. Ha disertado en las universidades de Yale, Harvard y Berkeley, e investigado las culturas prehispánicas de América y el legado de artistas como Goya, en torno al cual publicó un ensayo memorable. La parte más visible de este renacentista contemporáneo radica en sus ensayos y entrevistas, obviados en Cuba por sus agudos análisis acerca del totalitarismo de estado.
Por sus aportes como semiólogo e historiador, Todorov fue distinguido con el Premio europeo de ensayo Charles Veillon (1998), el Maugem de la Academia Francesa, el Charles Leveque de la Academia de Ciencias Morales y Políticas de Francia, además del Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales 2008, en España. Entre sus libros, traducidos a una veintena de idiomas, figuran Nosotros y los otros, El miedo a los bárbaros, Diccionario enciclopédico de la ciencia del lenguaje, Introducción a la literatura fantástica, Las moralejas de la historia, Los géneros del discurso, La conquista de América: el problema del otro, Memorias del mal, tentación del bien y La experiencia totalitaria.
Al igual que el ruso Solzhenitsin, el polaco Milosz, el checo Karel Kosic o el poeta cubano Heberto Padilla, quienes sufrieron la humillación del escritor bajo el comunismo, Tzvetan Todorov comprendió ese mundo de horror y exploró los límites del totalitarismo de estado, el mesianismo, las tentaciones totalitarias bajo las democracias y los retos de Europa y Norteamérica ante las migraciones, el terrorismo, la xenofobia, la falta de pluralismo y la limitación de poderes.
En la entrevista concedida a Jesús Ruiz Mantilla (El País, España, 10.10.20011), Todorov reflexiona sobre el comunismo, las contrariedades de Europa, “el tinglado barroco de China”, las restricciones a la democracia y otros problemas actuales.
Según el autor de La experiencia totalitaria, “bajo el comunismo el Estado es el único agente que te emplea y te despide. Para sobrevivir bastaba con respetar algunas reglas…Si querías pasar inadvertido te limitas a votar por el único candidato posible, mostrarte obediente para no ser tachado como oveja descarriada. No protestabas, no pedía, no criticaba al gobierno. Podías morir como un héroe, nunca vivir como tal…”
“Lo peor del comunismo es la degradación humana, la distancia del individuo, ese cinismo y falta de valor para enfrentarte a lo que ocurre; un muro mental para ver y enfrentar al sistema…”
Advierte que a diferencia del fascismo, “más nacionalista y con variantes”, el comunismo “es una religión seglar” que apela a lo universal y a la lucha de clases. “El vocabulario, el lenguaje, la dialéctica del comunismo engarza mucho más con la religión que otros totalitarismos. Los parecidos del comunismo con la cristiandad son evidentes…”
Agrega que “las élites intelectuales de Europa evitaron analizar la caída del totalitarismo, aquel castillo de naipes…” que rodó, aunque “quedan dos ortodoxos: Corea del Norte y Cuba…”, agonizantes y represivos.
El prosista de El miedo a los bárbaros considera a la emigración como el mayor reto del siglo XXI y ve la salida en el pluralismo, no en la violencia. “La pluralidad es la identidad que le conviene a Europa. Somos diversos, pero coexistimos y establecemos las normas aceptables. Debe haber un diálogo permanente basado en la pluralidad”.
Infiere que “del comunismo extremo al liberalismo fanático hay un corto camino”; ya que “las democracias no quedan exentas de tentaciones mesiánicas y los equilibrios de poder se las ven y se las desean para ejercer los controles básicos”. En ese sentido, recuerda que “La limitación al poder es un principio básico de la democracia”, asegurado por la pluralidad, y censura “al mesianismo democrático que trata de imponer sus ideales por la fuerza, lo cual no es absoluto ni nuevo…”
Las certezas del pensador búlgaro iluminan la tragedia desatada por el castrismo en Cuba. Vale pues, pensar y actuar desde tales preceptos, a pesar de la ausencia de los libros de Tzvetan Todorov en nuestra isla.

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