abril 18, 2010

Estos tristes días de abril

Las palabras retrasadas no son siempre inoportunas. Ha pasado una semana, y las palabras aun las tengo atragantadas en el mismo lugar donde las tuve en aquel jueves en el que Ernestina Herrera me dijo firme y sabiamente que tomara con justicia mis palabras y llenáramos las páginas de periódico que nos faltaban ese día.
Han pasado ocho años de esa fatídica fecha que hoy que se celebra con bombos y platillos. Terriblemente, se hace con fiestas de ladrones y de inocentes cual circo cuando un día, en vez de celebrar la dignidad de un pueblo, se denigra a su gente con disfraces de militarcitos, a escuchar las mentiras de aquel que queríamos o no queríamos. En definitiva, en este país queríamos un cambio que no vemos y que no vimos.
La calle sigue en el mismo lugar. Las almas siguen vagando todos los años suspirando una vida que ya no tienen. Las palabras siguen justificando de lado y lado, y no se llega a ninguna conclusión. El pueblo sigue siendo el mismo pueblo: engañado, reprimido, empobrecido, ahogado en el chavismo que no tiene fundamento.
Yo tengo mis propias conclusiones. Yo vi los muertos con estos ojos. Yo olí la sangre de aquellos que cayeron. Yo escuche los silbidos de los cañones que se dispararon desde muchos lugares que hoy no conocemos, pese a que las investigaciones se hicieron y la fiscalía ha hecho lo ordenado, no ha hecho nada por la justicia.
Otros dirían que sólo Dios los juzgará en el cielo lo que se hace en la tierra. Lastimosamente, en la tierra se ha juzgado a quienes tuvieron la justicia de defender a quienes merecían defensa, a quienes desarmados sólo iban a pedir en Miraflores que se cesara la locura esta que ha llevado Hugo Chávez a estas tierras.
Aquí no ha pasado nada. Los muertos, muertos están. Los traicioneros viven en su traición. Los mentirosos siguen en su mentira. Los engañados siguen engañados. Yo no. Yo estoy claro. Esta historia no ha terminado. Y espero que, más pronto que tarde se haga justicia.
Que el señor tenga en su gloria a mi gran pana Tortoza y a los otros que cayeron esa tarde. que se haga justicia con Iván, con Henry, con Lázaro, con los 12 funcionarios que recibieron una sentencia política. Que haya justicia con aquellos militares tibios que fueron incapaces de tener las bolas necesarias para que las cosas sucedieran. Que haya justicia con aquellos que tuvieron en sus manos la capacidad y la posibilidad de hacer las cosas bien y no lo hicieron. Y pido fe y cordura a nuestro pueblo, que a finalmente, vota.

1 comentario:

Josep-Pasqual Martorell dijo...

Yo escribí acerca de esto la pasada semana. Yo no lo viví. Pero de verdad que creo que falta la justicia necesaria para que las heridas cierren. Una persona conocida de ambos me estuvo contando lo que vivió ese día y se que fue un horror. Por eso, si espero que algún día se haga justicia. Salud!